Los automóviles de oro, toda una realidad

Creado: Lun, 26/10/2009 - 16:47
Créditos
Willy Hierro Allen

De que los hay, los hay. Son automóviles de serie, comunes, de los que están rodando en cualquier parte del mundo que, por obra y gracia de sus propietarios, se han convertido en autos de oro. Y van de aquí para allá, en medio del tráfico. Se supone que confundidos con el resto de los vehículos rodantes, pero su brillo y color los delata. Los excesos de vanidad de sus dueños los hacen presa anhelada de ladrones.

No son gigantescos Cadillac ni Rolls Royce, tampoco súper deportivos millonarios como Ferrari o Lamborghini, nada de eso. Ni siquiera son los modelos más lujosos de la marca. Son iguales a algunos de esos automóviles que habitualmente ve en las calles, en un semáforo o aparcados. Bueno, parqueados en plena calle será difícil, porque inmediatamente se les nota que son de oro. ¿Quién sería capaz de dejar un carro de oro parqueado? Solo uno de estos dueños ¿locos? Veamos.

Hay un original propietario de cierto Porsche Cabriolet 911 (el modelo más popular y uno de los más antiguos que, modernizado, se sigue construyendo actualmente con todo éxito) que le tomó tanto cariño a su carrito que, como aquél Rey Midas, quiso convertirlo en oro. Y así lo hizo. Cubrió toda la carrocería de láminas de oro puro, perfectamente imbricadas unas con otras, en un trabajo artesanal de maravilla. Y para rematar, dibujó sobre el oro apliques floridos.

Este ruso prefirió volcar 18 kilogramos de oro sobre su ”modesto“ Cabriolet de techo de lona, que comprar un modelo superior, como por ejemplo el Cayenne (Porsche 4x4 con tecnología punta, de última generación). Pero no, cubrió de oro el suyo. Ahora no solo es admiración de sus amigos (y tal vez un poco de envidia también), sino preocupación de las autoridades que han tenido que intervenir y capturar algunos ladronzuelos quienes, cuchilla en mano, trataban de robarse una plaquita.

Al poco tiempo otro ruso, subió la parada: no laminó con oro su BMW serie 5, le dio un baño de oro a la carrocería, techo, guardafangos, capó, maletero, puertas, todo. Algo insólito. Y para garantizar su extravagancia, llevó su auto a certificar la pureza del oro que lo cubre: 14 quilates. Sabía que a los rusos les gustaba el oro, incluso exhibirlo en una amplia sonrisa de amistad con sus ”dientes de oro“. Pero estos excesos sobre ruedas tienen más de tragedia que de comedia.

Sin embargo, la suntuosidad en automóviles la dan desde hace tiempo los Emiratos Árabes. Pero tal parece han quedado detrás de los ”nuevos ricos“ rusos. En Dubai rueda hoy un Mercedes-Benz C 63 potenciado por la firma preparadora AMC, cuya carrocería es completamente dorada, incluidos los cristales. Pero no de oro, sino cromada a esa tonalidad. Llama la atención por su brillantez, que deslumbra al pasar por su lado, debido a los reflejos que le causan el sol del desierto.

El auto más modesto que encontré ”remachado“ con oro, es un popular Camry, uno de los modelos más vendido de la historia de Toyota. Son detalles en oro de 24 quilates. Las llantas, los espejos retrovisores, la parrilla, las manillas de las puertas y sus marcos, el logotipo de la marca y las piezas de metal de los faros delanteros y traseros. ¿Precios? No los hay. Ni nombres. Solo el colmo de cada dueño y su individualidad. A estas alturas, próximamente habremos de revisar los ”gustos“.

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Willy Hierro Allen