Enfrentar a la Serie F, de Ford, ha sido el desafío de las marcas que operen en el mercado norteamericano de camionetas. Durante casi dos décadas, Chrysler tuvo esta opción en la que puso lo mejor de su tecnología e incluso fusionó el nombre de dos de sus modelos más icónicos, el Ram y el Charger: esta es la RAMCHARGER.
Poderoso, fuerte, multifuncional. La idea de este vehículo se queda un poco a medio camino, como si Chrysler no supiera exactamente qué camino tomar: si fabricar una camioneta o un SUV. Finalmente, saca esto al mercado, un vehículo duro, sobre la plataforma de su camioneta RAM y suavizado con partes de sus modelos de automóviles. El rumbo errático del desarrollo ”Rhino“ –nombre del proyecto- lo lleva a este punto intermedio, donde comparte muchos elementos de SUV, pero ofrece una carrocería de dos puertas, dando la impresión de ser una camioneta con techo y ventanillas detrás, teniendo la particularidad de que el modelo del primer año se diferencia del resto en que sus pilares de las puertas se unen a un techo desmontable.
Presentada en 1973, enfrenta los años difíciles de la crisis de los precios del petróleo, con las limitaciones impuestas a los fabricantes por el gobierno federal. Su potencia se ve limitada a 195 CV, aunque para 1978 alcanza los 218 CV. Tiene tracción a las cuatro ruedas, maximizando sus características tractivas y su capacidad para circular fuera de asfalto. La Ramcharger fue usada en rallyes, aunque de forma muy limitada. Su principal éxito fue el logro del primer lugar en Snow– Drift, en 1975.
En 1999, una nueva Ramcharger se produjo en México, sobre la base de la segunda generación de a camioneta Ram. Usando partes de las Dodge Ram camionetas y otros vehículos de Chrysler, venía equipado ya con el V8 Magnum de 5.9 litros y en versión 2WD. Solo se vendió en México, donde la generación anterior Ramcharger había tenido bastante éxito. Fue descontinuado en 2002.
La Ramcharger terminó siendo uno de esos engendros de Chrysler, casi imposible de clasificar. El nombre, definitivamente, le queda inmenso, decepcionando por historia y por rendimiento. Se mantuvo en producción, en los Estados Unidos, por veinte años, hasta 1993 y en México –como ya dijimos- casi por diez años más. Finalmente, los SUV clarificaron su identidad, ofreciendo no menos de 4 puertas y las camionetas continuaron evolucionando hacia las Cabina Extendida y otras variantes, dejando en un limbo funcional a este extraño vehículo, casi digno de American Motors.
Créditos
Jorge Esténger Wong