Desde la rueda sin eje hasta el motor integrado, hubo más intentos de reinventar la rueda de un automóvil de lo que nos imaginamos. Veamos algunos.
Frenos inboard
Para reducir las masas no suspendidas, se crearon los frenos inboard, donde los discos y las pinzas ya no están en la rueda sino en el propio eje del coche.
Muchos fueron los coches que equiparon frenos inboard, desde el Citroën 2CV hasta el Hummer H1 pasando por el Alfa Romeo Alfasud o varios Lotus de competición (empezando por el Lotus Twelve). En los coches de calle, esta solución fue abandonada por el elevado coste de mantenimiento que suponían a la hora de simplemente cambiar las pastillas de freno, por ejemplo.
Sbarro Orbitale, 1989
En 1989, Franco Sbarro presentó la rueda sin eje, conocida como Orbitale. Para Sbarro, la mayoría de las fuerzas a las que está sometida una rueda se aplican cerca del asfalto. Moviendo parte de la cadena cinemática a la base de la rueda hace que se consiga un bajo momento polar de inercia y por tanto un comportamiento dinámico más eficaz y con más aplomo.
Para la fabricación de esa rueda involucró a SKF y se asoció con el inversor suizo Dominique Mottas para el desarrollo de la rueda y su aplicación en el sector del automóvil y de la moto. Los dos suizos crearon la sociedad OSMOS (Original Sbarro Mottas Orbital System) y Sabrro un nuevo concept car con rueda sin eje para la promoción de la empresa; su nombre, Osmos. Sin embargo, en 1991 Sbarro dejó la empresa y el desarrollo de la rueda y de la sociedad Osmos se estancaron.
Sbarro Unidad Motriz Autónoma (Unité Motrice Autonome), 2003
En 2003 se creó una nueva rueda sin eje central. En este caso, el artesano suizo presentó una rueda que integra un motor de combustión interna. Presentaron varios prototipos que utilizaron su invención, desde una moto hasta un coche. La moto equipó dentro de la rueda trasera un motor Yamaha de 160 CV. De hecho, la rueda albergó además el radiador, los frenos, la batería y un depósito de combustible de 3 litros.