Recuerdo la expectativa por el Datsun 280 ZX, en 1978. Queríamos ver cómo Nissan mejoraba el 240 Z, el primer modelo de la legendaria serie Z de Nissan.
La nueva configuración de su carrocería fue el primer detalle. Ahora los japoneses ofrecían una versión hatchback, de tres puertas, dejando al cupe de 2 puertas y el descapotable de igual configuración al pasado. El vehículo podía ser cupé de dos plazas o 2+2, y con T-top o sin este. O sea, techo targa, rígido y desmontable parcialmente.
En cuanto a estilo no llegaron muchos cambios, pero el auto seguía siendo súper atractivo, una verdadera “bala” para nuestra efervescencia juvenil. Ese era un gran punto a su favor, porque desde que usted miraba a un Datsun 280 ZX quería pisarle el acelerador hasta el fondo.
Si hacía eso, entonces saldría disparado como un bólido. Es que el Datsun 280 ZX apenas pesaba 1 281 kg y tenía bajo el capot un motor de 6 cilindros en línea y 2 800 cc que desarrollaba una potencia de 170 CV. Pero es importante la forma en que los producía. Rapidísimo. Subía de vueltas con vértigo gracias una inyección electrónica multipunto Bosch L-Jetronic, que era todo un avance para la época. Estaba acoplado a una transmisión manual de 5 velocidades, pero estaba disponible la caja de cambios Borg-Warner T-5, de cinco marchas y otra automática de tres velocidades.
El 280 ZX era un auto de alta tecnología para la época, incorporando, además, suspensión independiente, frenos de disco en las cuatro ruedas –los delanteros eran ya ventilados– y el embrague hidráulico. Tenía un buen nivel de completamiento, con aire acondicionado, dirección asistida, elevalunas eléctricos –ya con el sistema One Touch para el conductor– luneta térmica, equipo de audio Hitachi estéreo con cuatro altavoces y control de balance, relojes de presión y temperatura de aceite, voltímetro y amperímetro, entre otros.
Luego, en 1981, se presentó una versión Turbo, que desarrollaba hasta 185 CV y, en su último año, 1983, se lanzó una versión con tablero digital.