Encuentre todos los detalles sobre uno de los camiones de mayor resiliencia de la historia. Opel Blitz, adaptándose por medio siglo a cuanto tuvo por delante.
El Opel Blitz debe ser el vehículo más emblemático de la marca alemana
Su nombre –Blitz es rayo en alemán– está ligado visceralmente a la esencia de Opel, pues simboliza su logotipo como ningún otro modelo jamás. A partir de entonces, el rayo su imagen de marca.
Pero a lo nuestro. El camión Opel Blitz comienza a producirse en 1930, como un producto de la Era General Motors, la cual había comenzado en 1929. El nombre surge de un concurso realizado al efecto, como parte del máximo interés de General Motors (GMC) en consolidar a Opel.
Para 1934, ya se ofrecían cuatro versiones del modelo básico de 1 t y catorce versiones del modelo superior, de 2 y 2.5 t. El programa de economía y rearme nazi ordenó, en 1935, la construcción de la factoría de Opel en Brandeburgo, donde fueron producidos más de 130 000 Blitz hasta 1944, convirtiendo a Opel en el principal fabricante de camiones de Alemania.
El Opel Blitz empleó primero un motor de gasolina de cabeza plana y 68 CV –procedente del Buick Marquette 1930– y, en 1937, un nuevo motor de seis cilindros en línea, OHC y 75 CV, muy similar a los motores Chevrolet de la época. Aunque es imposible probar cuánto, GMC, controlaba de Opel entonces; resulta evidente su contribución para que la Alemania nazi tuviera el camión Blitz.
Tanto es así, que, en el frente de combate, los Opel Blitz abandonados por los nazis podían volver a funcionar gracias a las piezas de Chevrolet y GMC que usaban los aliados… y viceversa. Perdiera quien perdiera, GMC siempre ganaba. En agosto de 1944 la fábrica fue destruida por un bombardeo aéreo, pero el Blitz era tan bueno que los nazis ordenaron su construcción a Daimler Benz, a expensas de suspender la producción de su propio modelo Mercedes-Benz L3000.
Ya para 1946, se equipa al Blitz con el motor Opel Super 6 de 55 CV y, en 1952, Opel relanza la versión básica del Blitz, con líneas redondeadas, al estilo de las camionetas estadounidenses. En esencia, era el mismo camión basado en el chasis de preguerra y con el motor de gasolina de seis cilindros en línea. Así lideró los años cincuenta, irónicamente ayudando a reconstruir lo que antes ayudó a destruir. Luego, vino la versión 1960 y el Opel Blitz B de 1965, último en su especie, que plantó batalla al Mercedes Benz T2. Pero esa ya será otra historia, volveremos.