Suzuki tiene lista una actualización de su popular SUV compacto Vitara. Estará a la venta en la mayoría de los mercados para los últimos meses del año y, aunque no tiene cambios radicales, añade profundidad a un proyecto que marcha bien en el mercado.
Lo más importante es la desaparición de una opción diésel entre sus motores, algo que se va extendiendo como una epidemia y terminará con el reinado que mantuvieron estas plantas a principios de siglo.
En la imagen, marcan la diferencia los nuevos parachoques, con nuevos embellecedores cromados. También es distinta la parrilla y los pilotos de LEDS. Dentro, Suzuki afirma haber mejorado la calidad del habitáculo, utilizando un material más blando en el salpicadero, así como una tapicería distinta. Otra novedad es que, en las versiones más equipadas, la instrumentación incluye una pantalla a color de 4.2 pulgadas y un nuevo reloj en la parte central del salpicadero.
Dentro del Suzuki Vitara podemos encontrar tres niveles de presentación: GL, GLE y GLX, a los que hay que añadir la serie especial Toro. En todas, hay diversas mejoras en los sistemas de asistencia a la conducción, algunos de los cuales son novedad en Suzuki, como el de reconocimiento de señales de tráfico, el de detección de objetos en el ángulo muerto y la alerta de tráfico trasero. También es nuevo en el Vitara el asistente por cambio involuntario de carril y el detector de fatiga.
Se puede elegir entre dos motores de gasolina de 1.0 y 1.4 L de cilindrada, ambos sobrealimentados. El primero tiene 111 CV de potencia máxima y ya se puede elegir en el Swift y en el S-Cross. Reemplaza al anterior 1.6 de 120 caballos, que no tenía turbocompresor. El segundo motor ya estaba disponible en el Vitara 2015 y su potencia máxima es 140 caballos.