El Ford EXP quiso repetir en los ochenta la fórmula ganadora del Thunderbird en los cincuenta y el Mustang en los sesenta: mucho motor en una carrocería liviana.
Ford esta vez quiso repetir la exitosa receta sobre la base de uno de sus modelos de más venta, el subcompacto Escort, y conformar un nuevo biplaza. Luego de una década bastante buena, los años ochenta del pasado siglo aparecían como un desafío en el horizonte. Así, la compañía recurrió a la “fórmula mágica”.
El “elegido” Escort salió al mercado americano a finales de 1980 como modelo 1981 y fue el primer vehículo tracción delantera fabricado por Ford USA, por lo cual tenía muy pocas piezas comunes a otros modelos de entonces. Por esta razón, él debía servir de base para el desarrollo de otros modelos.
En medio de este dilema, los especialistas de Ford descubren un incremento en el número de parejas jóvenes, sin hijos, avizorando un mercado virgen que se les ofrecía. No les faltaba razón y eso lanzó a Ford en la carrera del nuevo EXP, con la receta mágica bajo la manga.
Sin embargo, esta vez todo sería diferente. Basado en un show car de dos asientos llamado Super Gnat, era muy pequeño para venderse masivamente. Aquello tenía que incorporar todo lo que fuera posible desde el Escort y se le llamó EXP.
Tras definir con claridad la necesidad, a Ford le faltó contundencia en la oferta. El propio nombre del nuevo modelo ya resulta insípido y deriva de Erika Xperimental Project Personal Car. Por demás, el nuevo coche no estaba bien definido. Con 4.3 mts de largo, era muy grande para ser un subcompacto. Para ser tracción delantera tenía un capó enorme y un pobre aprovechamiento del espacio. Luego presumía de aspecto deportivo, pero era más pesado que el Escort y lo movía su mismo motor de 1600cc y apenas 70 CV, lo cual lo hacía insufrible. Tampoco tenía buen manejo, pues ni suspensión ni neumáticos ayudaban. El pistoletazo final era su precio: unos USD 11 000.00 de la época, casi 40% más que un Escort, se pagaban por un auto que rendía lo mismo que el Lada 1600 soviético de esos años.
Llevando su empeño de hacer las cosas mal casi al límite, Ford presentó el EXP en abril de 1981, ¡como modelo para 1982, y junto a un gemelo Mercury LN7! Eso dejaba a los clientes con dos años sin novedades de estilo.
El Ford EXP generó una reacción inmediata, pero muy negativa. Las quejas por falta de rendimiento fueron tales que, Ford tuve que preparar una mejora para llevar la potencia hasta 90 CV y ofrecer dos relaciones de cambio más abiertas. Esto afectó la mayor cualidad del EXP/LN7; su bajo consumo a velocidades constantes entre 80 y 120kmh.
Quizá la mayor ironía en torno al EXP fue el acierto de Ford en el nacimiento de un sector de mercado para autos subcompactos de dos puestos, orientados a un ritmo de vida moderno y urbano. Después de aparecer el EXP, el mercado vio aparecer autos de este tipo como el Honda Civic CRX, el revolucionario Pontiac Fiero, el deportivo Toyota MR2, o el Nissan 100N. Todos ellos, tenían una personalidad marcada y fueron exitosos comercialmente, destrozando al modelo de Ford.
El Ford EXP pasó sin penas ni glorias, de puntillas. Insípido y contradictorio, capaz de abrir un espacio por el que otro encontraron mejores resultados.
