Anita King no fue una ingeniera brillante, ni negociante capaz de construir un imperio automotriz. Pero entregó su corazón, como solo hacen las mujeres, a los automóviles y los amó con toda pasión.
Acostumbrada a enfrentar las más duras pruebas y dificultades en la vida desde pequeña, llevó esa fortaleza de carácter y espíritu de prevalecer a cuanto proyecto acometió. Huérfana desde la adolescencia, comenzó a trabajar como modelo y actriz en Chicago primero, y luego en la Costa Oeste de los Estados Unidos.
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Justo allí comienza su pasión por los automóviles, cuando tiene la oportunidad de trabajar como modelo de promoción de autos potentes, en California. Aprendió a conducir enseguida y ya alrededor de 1910, estaba compitiendo en carreras de autos. Este singular hecho ha llevado a algunos especialistas, como Boswell McGaffey, a considerarla la primera mujer conductora en carreras de autos de forma oficial.
Su estilo temerario y lo precario de aquellos primeros bólidos, la llevaron a un accidente en Phoenix, Arizona, que la hizo desistir de seguir compitiendo y enfocarse en su carrera como actriz. Esta pausa duraría hasta 1915, cuando se lanza en la aventura que la inmortalizaría.
Su pasión por el automóvil, y su afán de probarse y prevalecer, la llevaron a concebir el proyecto de convertirse en la primera mujer en atravesar los Estados Unidos conduciendo, sola, un vehículo automotriz. Logró el respaldo del director de la reciente formada Paramount Pictures y entre ambos lograron que Kissel Motor Car Company les proporcionara un auto, equipado con neumáticos Firestone, quien también promocionó el evento.
Así, el 25 de agosto, “la chica Paramount” se lanzó a la aventura de cruzar de costa a costa los Estados Unidos, en aquella época agreste en que el automóvil, domaba los senderos de las antiguas caravanas de carretas. Los Angeles Times estampó la frase que definió la travesía: “… Su única compañía será un rifle y un revolver de seis tiros”.
Su recorrido fue épico, tardó 49 días en la travesía e hizo numerosas paradas de promoción donde repitió una y otra vez “si un hombre puede hacerlo, una mujer también”. Su llegada triunfal a la meta, en New York tuvo recibimiento de heroína con la cobertura de prensa que recalcó su llegada “con aire de Los Angeles en sus neumáticos”, según la popular revista de entonces Motor Age.