Antes que toda América Latina y que España, Cuba tuvo el primer tren iberoamericano, fue incluso el sexto país del mundo en tener servicio ferroviario.
El 19 de noviembre de 1837 se inauguraba el tramo Habana-Bejucal, que constaría en los anales de la historia como la primera línea férrea de Cuba y de toda Iberoamérica. Por aquel entonces, ni España ni ninguna de sus colonias latinoamericanas contaban con este servicio de transportación, de hecho, en el continente, solo Estados Unidos había tomado la delantera.
Pero la Isla era ya un punto importante en el comercio trasatlántico y sus ricos hacendados, sobre todo los de Occidente, conocían el valor de tren para la preminente industria azucarera.
Te puede interesar: Un viaje por el Museo del Ferrocarril de Cuba(I)
El transporte ferroviario se había estrenado a nivel mundial solo doce años antes, en 1925, en Inglaterra; le siguió Estados Unidos en 1928, Francia en 1832, Bélgica y Alemania en 1935. Junto a nosotros, Rusia lo comenzó a utilizar en 1937.
¿Y qué pasó con España? La metrópoli, ya en decadencia y muy alejada de su siglo de oro, no tuvo trenes hasta 1848 ¡Más de una década después! Antes, en 1838, Austria se había sumada a la vanguardia ferroviaria y, en 1839, Holanda e Italia.
Del resto de Iberoamérica, México, Colombia y Chile lo tuvieron en 1850 y Perú en 1851, mientras que Panamá tuvo que esperar hasta 1855. Portugal lo inauguró en 1856 y Brasil un año después.
Del primero en Cuba se conoce que fue iniciativa de la todavía vigente Sociedad Económica Amigos del País y su entonces presidente Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, quien desde 1930 promovió el tema hasta obtener el permiso del rey español Fernando VII en 1834 para solicitar un empréstito a Inglaterra de dos millones de pesos.
La terminal de trenes de La Habana lleva el nombre de Estación de Villanueva, no es pura casualidad; aunque originalmente salían de la Parada de Garcini, en Oquendo y Estrella. ¿Y cuál fue el segundo tramo en inaugurarse en Cuba? Pues Bejucal-Güines.