Las ciudades elogian el incremento de ómnibus eléctricos en el transporte público porque reducen la contaminación ambiental en las urbes.
El pasado 5 de junio celebramos (en esta oportunidad a través de las Redes Sociales) el Día Mundial del Medio Ambiente. Como los medios de transporte son unos de los principales contaminantes, es imprescindible hacer cambios hacia el tema ambiental, y uno de ellos es rodar en vehículos amigables al ambiente.
Los compromisos internacionales de La Agenda 2030 de Naciones Unidas obligan a reestructurar la movilidad pública y llevar a cabo los cambios requeridos en los sistemas de transporte público. Ya es un hecho que los ómnibus eléctricos están incluidos en esos cambios, por lo cual estamos ante el principio del fin de los tradicionales buses de combustión.
De acuerdo a informaciones de la International Energy Agency (IEA), circulaban en 2018 por el mundo unos 460 000 ómnibus eléctricos. El costo de una de estas unidades eléctricas es de alrededor de 540 000 dólares. Si fuera de combustión, el precio sería de 450 000 (unos 100 000 dólares menos), pero el gasto de combustible (más o menos 155 000) habría que sumarlo al precio original del equipo, por lo cual el resultado de su operación es más costoso.
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Sin embargo, no olvidemos que tal reestructuración de movilidad pública implica construir una nueva infraestructura, diferente, para su operación. La actual está hecha para ómnibus de combustión, con tanques y bombas de combustible, herramientas y demás. Por tanto, la inversión necesaria para el cambio es considerable.
El cambio no solo representa una nueva la tecnología, que incluye a las estaciones de cargas eléctricas, también un personal especializado que habrá que preparar, probablemente, entre los propios trabajadores que operaban los anteriores ómnibus, para no crear desempleo. Sin embargo, toda esta inversión se recupera.
A medida que circulen los nuevos buses eléctricos, sin el alto costo por el consumo de combustibles fósiles, no solo se recupera la inversión, sino que, además, produciría beneficios económicos en comparación con la anterior tecnología. Pero los mayores beneficios serán, no lo dude, para el medio ambiente, que dejará de recibir los gases contaminantes.
En China, donde rueda casi el 90 % de los ómnibus eléctricos del mundo, el cambio de matriz energética es un propósito del Gobierno. El cambio se inició en 2011 y, hoy día, no solamente es el principal consumidor de vehículos eléctricos del mundo, sino, además, el mayor productor y mayor exportador de dichos transportes.
En la esfera comercial exportadora, detrás de China está EE UU. Pero los autobuses eléctricos que exporta EE UU, son fabricados en una empresa china radicada en California. Desde 2019, se abren los caminos para rodar por América Latina en autobuses eléctricos, varios son los países donde ya operan estos vehículos sin contaminación ambiental.