José Carlos de Santiago, director general y editor de las publicaciones del Grupo Excelencias, recién visitó el Museo de Vehículos Históricos Valle de Guadalest, se entrevistó con Ricardo Fracés Seguí, su creador, y nos hizo llegar sus impresiones.
“Hice una entrevista a un señor de 74 años que tiene una bonita colección de motos y algunos coches , en un pueblecito de Alicante, España, que se llama Guadalest, famoso por su historia, orografía y el castillo, además con una gastronomía envidiable. Es mi segunda visita a este museo”, nos contó José Carlos.
Y como también somos fans a los vehículos clásicos de dos, tres y cuatro ruedas, que pululan por todo el Museo de Vehículos Históricos Valle de Guadalest, compartiremos sus impresiones con nuestros lectores.
La historia del Museo, abierto al público en 2003, es la de un apasionado del motor, precisamente a quien entrevistó José Carlos.
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Su nombre es Ricardo Fracés Seguí y ha pasado 38 de sus 74 años de vida, recuperando y restaurando motos y micro-coches. En 2003 decidió abrir su extensa colección al público, la cual consta de más de 140 piezas, en la más perfecta conservación, cuya data está entre las décadas del 20 hasta la de los 70 del siglo pasado.
Ricardo Fracés nació el 15 de diciembre de 1946, en Benifato, un pueblito del Valle de Guadalest, en la provincia de Alicante, la más meridional y la menos extensa de la Comunidad Valenciana, en España, al sureste de la Península Ibérica. La infancia de Ricardo Fracés fue tan entretenida como instructiva.
De niño se pasaba las horas en una herrería que había frente a su casa, en donde componían de todo, desde las bicicletas y las motocicletas, hasta radios y relojes. Le fascinaba ver cómo se soldaban las piezas rotas y cómo se reparaban escopetas de caza, todo era interesante para él. Y fue así que empezó su afición por el mundo de los talleres y de las máquinas.
En los 60, a los 13 años, Ricardo Fracés hacía sus pinitos conduciendo una scooter Vespa, propiedad de su padre. Ya en esa época soñaba con tener una motocicleta, pero las condiciones económicas de su familia impedían que su deseo se convirtiera en realidad. Pero al cumplir los 19 años, sí lo consiguió: una Ducati 175 TS que compartía con su hermano.
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Como suele suceder, con el correr de los años Ricardo se casó y, así como compartían la moto, él y su hermano fundaron juntos el restaurante Riu, a un costado del actual Museo de Vehículos Históricos Valle de Guadalest. Y con los beneficios del negocio gastronómico, adquirió su propia moto: una Montesa Enduro 360 H6, verdadera máquina off road, con la cual recorría los senderos montañosos que rodean el valle de Guadalest.
A poco, entró al mundo de las motocicletas clásicas y compró una Guzzi 65 que restauró. Le cogió el gusto y, así, su tiempo libre lo dedicó a buscar las viejas motos abandonadas para volver a darles vida. Visitó los desguaces y pequeños talleres para encontrar esas motos olvidadas en algún rincón, en cualquier lugar.
Cuando se supo de su afición, varios propietario de viejas motos que ya no utilizaban por inservibles, lo contactaron para ofrecérselas. Y poco a poco, la colección fue creciendo gracias a su tesón y esfuerzo, ya que si no es por el verdadero amor que siente por su labor, nada hubiera sido posible. Y en este empeño, se intenta que queden totalmente originales.
Pero Ricardo no está solo en su pasión del rescate histórico, le acompañan amigos y mecánicos jubilados que comparten su afición. Sin embargo, esta obra no hubiera sido posible sin el apoyo de su mujer, sus dos hijos y de su hermano y familia, a los que estará eternamente agradecido.