Estaba estacionado a la sombra de un frondoso árbol de la Avenida Tulipán, a semejanza de un tiburón sangriento en posición descanso, después de saciar su apetito. La semejanza me surgió al ver la agresiva dentadura pintada en el guardafango delantero izquierdo.
Me lo imaginé surcando las calles de La Habana con su poderosa imagen de veterano Jeep de combate en los días de la Segunda Guerra Mundial, remozado y vigorizado por un montón de detalles externos que elevan su apariencia a la de un exclusivo “todo terreno”, listo para pavonearse en la Ciudad Maravilla y conquistar admiradoras con solo un guiño de sus brillantes faros leds.
Con el parabrisas descansando sobre el capó, a semejanza de un atleta que se quita la camisa para mostrar la musculatura, el interior dejaba al descubierto las confortables butacas de espaldar alto, todavía cubiertas por el nylon de artículo nuevo, en un toque de extrema protección de la vestidura.
Visto de frente, la perfecta chapistería y su brillante pintura color rojo, como recién salido de fábrica, ganaba prestancia con la reforzada defensa de acero y los tubos “mataperros” niquelados, más el “winche” de remolque, que añadían todavía más robustez.
El propietario seguramente andaba cerca, pero no apareció mientras hacía las fotos al paso. Me hubiera gustado conocerlo y saber más sobre la historia de este jeep “tuneado” a lo cubano, que seguramente cosecha simpatizantes a su flamante paso por el Malecón, la Quinta Avenida o la Vía Blanca, rumbo a Santa María del Mar.
Cuando uno de estos gloriosos ejemplares del incomparable Museo Rodante habanero irrumpe en escena hasta los más acostumbrados lanzan una exclamación de asombro o admiración. Los turistas extranjeros se quedan boquiabiertos y algunos me han preguntado: ¿pero cómo lo hacen, si me han dicho que aquí no hay de nada? Ah, ya ve. El cubano es inventor por naturaleza.
Así se mueve La Habana, la más de las veces a pie y otras sobre ruedas. En bici, patines, motos eléctricas o de gasolina, triciclos bicitaxis, guaguas, coches de caballos, camiones… Con más o menos dificultades, ¡pero se mueve!