Damiris Caridad Charnicharon Wilson siempre tuvo clarísimo que le gustaba manejar. Con 19 años aprendió en un carro de alguien más. Y después su esposo terminó de enseñarle todo lo que aún no sabía. Pero manejar es una cosa, y que tu oficio sea chófer es otra.
Cuando se inauguró el servicio de microbuses GAZelle en La Habana, Damaris comenzó como cobradora de su esposo. Pero ella quería más. No estuvo mucho tiempo cobrando. Pasó a ser un ayudante de chófer. Y al año, cumplido el plazo que se necesita trabajando para solicitar un vehículo, Damaris se convirtió en titular de su propio microbus amarillo.
Comenzó en la ruta 9, de la Base 12, hace 4 años ya. Hoy hace la ruta 1, de la Base 13, que va desde el Reparto Eléctrico, donde vive, al concurrido Vedado, en 5ta y D. Cuando le preguntamos a qué otra chofer profesional conoce, ella hace un esfuerzo mental para identificarlas.
"Anita, una compañera, es la única otra mujer que conozco maneja una GAZazelle. Pero en la empresa deben haber más". En realidad son pocas.
Las mujeres no se hayan aquí. Tu ves a un hombre que te ve manejando y te dice: ¿y esa mujer manejando? ¿¡qué cosa es eso!? (...) He vivido muchas historias de gente que habla barbaridades. Hasta en mi casa mi mamá me dice que parezco un macho, que debí escoger otra cosa más femenina para hacer. Me he topado con hombres muy machistas, y mujeres también. Dicen que en sus tiempos no se veía una mujer que su trabajo fuese chófer.
Para de hablar un minuto para regresar con más fuerza. "A mí me gusta manejar, desde chiquitica. Quisiera manejar todo. Cosas más grandes. Un camión. Este es el mejor trabajo del mundo". Y hace alguna mueca firme sobre lo que le importa piensen los demás sobre ella, sobre su devoción.
A Damaris manejar la relaja. Se sube, prende, y cesan todas las preocupaciones del mundo. Por eso mismo no se bajó del asiento de chófer de GAZazelle hasta las 36 semanas de embarazo de su última bebé, que hoy tiene 3 años. Conducía con la "pipa" casi en el timón. Tuvo que salir del carro porque no era legal que siguiera trabajando con ese tiempo de gestación. Y en cuanto su beba estuvo "durita" acudió a su red de apoyo en casa para volver a trabajar.
Tiene además otros 2 hijos. Una preadolescente de 10, y un estudiante universitario de 19. Es una mamá orgullosa.
Pareciera que su historia no es tan trascendente, hasta que conoces de su determinación. Damaris no solo es un símbolo de una mujer en una profesión masculinizada. Ella es además, por el colmo de atreverse a oficiar en donde hay pocas, muy talentosa. Así lo dice la controladora de piquera de 5ta y D y su director de base: "qué buena chofer es esa mujer".
Su amor al timón sacude a los estereotipos. Quizás si viéramos y narráramos más mujeres ejerciendo lo que toda una vida les dijeron no podían hacer, tendríamos a más niñas inspiradas. Damaris llegó al trabajo de su vida con 35 años. Hoy, tiene 39.
A nada se llega tarde.
Fotos; Naturaleza Secreta.
