Los cuidados son parte indispensable de la vida. Y la relación entre Soraya y Virginia tiene mucho que ver con eso. Soraya Silvia Leyva Jorge vive con insuficiencia renal crónica desde hace 5 años, debido a un lupus eritematoso sistémico, y Virginia es su taxista, su amiga, y también, un poco, su cuidadora.
Virginia Trespoux Hernández es taxista desde hace 17 años. Pero antes ya tenía una vida en el sector. Comenzó en las oficinas de la empresa Taxis Cuba en el 81, 22 años tenía. De ahí pasó a trabajar en control de talleres, luego a la base de Alamar, después en pista de combustible, y por último sobre un taxi.
"Estaba viejito el carro que me ofertaron, tenía que repararlo, pero bueno, lo cogí. Mi esposo no quería que yo manejara. Me decía: si tú vas a manejar, maneja el carro de la casa. Y ahí le dije: no, yo sí voy a manejar. Y luego en su trabajo él mismo me chapisteó y pintó el carro, y entonces empecé a manejar".
Su primera paciente del servicio de hemodiálisis fue Soraya. Llevan 5 años juntas. Los martes, jueves y sábado la traslada desde la casa al hospital, y del hospital a la casa.
«Yo confío más en mi taxista más que en cualquier chofer. Es muy precavida. Tú la llamas a cualquier hora, si tengo que venir al hospital por algún problema, ella siempre está dispuesta. Como taxista no quiero otra. Cuando he estado ingresada ella se ocupa, me llama, llama a mi esposo, o al que esté conmigo. Nos llevamos como hermanas», cuenta Soraya.
«La recojo a las 9 am, colamos café, la ayudo a montar en el carro. A veces me quedo cuando se siente mal, por si la ingresan. Son 3 horas y media de hemodiálisis. También la llevo a las consultas del Ameijeiras. A veces está deprimida en su casa y me llama: Virginia, me siento esto, lo otro. Y comenzamos a conversar, para sacarla de ese malestar. Y me dice: ay gracias mi hermana, tú me ayudas tanto. Así somos nosotras", narra Virginia.
Soraya es una paciente de hemodiálisis delicada. No tiene acceso vascular. Estuvo en diálisis peritoneal en el Instituto de Nefrología, pero por complicaciones no puedo continuar. La pasaron a hemodiálisis y después de varios catéters ahora tiene uno directo al corazón. Cada cambio de catéter es una cirugía nueva, con los riesgos que eso implica. La movilidad para Soyara asociada a su padecimiento es vital. Salud Pública de su municipio aprobó que Virginia la traslade no solo a las sesiones de hemodiálisis, sino también a todas sus consultas en el Hospital Hermanos Ameijeiras.
Soraya es la única paciente de hemodiálisis que, por el momento, traslada Virginia, porque Héctor murió. Héctor vivía en Alamar, tenía 53 años, lo llevaba a las sesiones lunes, miércoles y viernes. Un día fue a recogerlo y sus hijos le dieron la noticia de que en la madrugada falleció. Aquello a Virginia la marcó profundamente. No puedo evitar pensar que la relación que construye con sus pacientes/pasajeros se parece al afecto de la familia.
Virginia tiene 2 hijos, 3 nietos, y su esposo que la ayuda con los problemas mecánicos del vehículo, está permanentemente. El día que la entrevistamos era la víspera de su 64 cumpleaños.
"Todavía no me jubilo porque me siento fuerte aún, cuando me sienta más gastada sí. Hasta ahora estoy bien. Me encanta lo que hago. Tú te sientes realizada". Habla de la Agencia 17 a la que pertenece, en Guanabacoa, de su directora, del colectivo... de las cosas maravillosas de su trabajo.
Fotos: Naturaleza Secreta.