Volkswagen nació siendo la esencia de la practicidad. En los ochenta quiso potenciar esa visión con el Volkswagen Student Concept 1982. Detalles aquí.
Volkswagen ya tenía el Golf y, casi enseguida, llegaría el Polo. Pero estos eran vehículos compactos y los de Wolfsburgo querían algo más pequeño como el Volkswagen Student Concept 1982, que permitiera afrontar el creciente tráfico de las ciudades y los caprichosos precios del petróleo. Era necesario ampliar su gama de modelos de acceso y el equipo de investigación y desarrollo anunció no solo el paso a una nueva década, sino también la penetración en un nuevo segmento de mercado.
Se fijaron las metas: debía ser un coche pequeño, de bajo coste, cuyos posibles clientes serían viajeros, madres, conductores noveles y jóvenes. Casi de inmediato le encontraron nombre: Student. Así, el proyecto se puso en marcha y se presentó en otoño de 1982.
El nuevo modelo Volkswagen Student Concept 1982 rompía con el canon estético de la marca alemana, con dimensiones muy contenidas, de apenas 3,13 metros de largo, 1,51 de ancho y 1,31 de alto. Comparado con el Volkswagen Polo de la época, medía 50 centímetros menos de largo.
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El prototipo tenía un diseño futurista, dominado por una parrilla delantera sin rejilla, paragolpes plásticos que se unían a los pasos de rueda y un portón trasero de cristal. Estos detalles eran tan novedosos que años después serían incorporados en modelos tan populares como el Ford Ka o el Toyota Aygo.
Dentro, se aprovechaba el espacio al máximo. Para el Volkswagen Student Concept 1982 se idearon unos asientos delanteros que beneficiaban el espacio de las plazas traseras, mientras que los asientos traseros iban pegados con velcro y se podían plegar o, incluso, quitar para aumentar el maletero. La instrumentación y la botonería se redujo al mínimo posible para reducir costes y peso.
En el terreno mecánico, el Volkswagen Student Concept 1982 podía tener dos motores: uno heredado del Polo, un cuatro en línea de 1.1 litros y 50 CV, unido a un cambio manal de cuatro marchas, que alcanzaba los 158 km/h y aceleraba de 0 a 100 km/h en 14 segundos; y otro que producía 72 CV, alcanzaba los 178 km/h y hacía el 0-100 km/h en 10 segundos. También habría una opción automática, con un cambio CVT.
Lo más novedoso era la previsión de una versión eléctrica, la cual se llegó a definir y probar. Tenía un motor de 7 kW, podría alcanzar una velocidad máxima de 80 km/h y ofrecía una autonomía de hasta 120 kilómetros. Sin dudas, algo adelantado para el momento, pues las baterías de entonces eran poco fiables, pesadas y lentas de recargar.
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Tanta innovación, eleva sustancialmente los costos iniciales de cualquier producto. El Volkswagen Student no fue la excepción. A medida avanzaba su desarrollo, fue evidente que no sería tan buena idea llevarlo a producción. Orientado a un público tan especifico sería difícil amortizar los costos.
Para mejorar esto, habría que ampliar el espectro de posibles clientes y convertir al Student en un vehículo global. Hacerlo afectaría directamente a otros modelos que ya triunfaban, como el Golf.
Volkswagen intuyó que el Student podía convertirse en una espada de Damocles, como lo fue en su época el Edsel para Ford, y abandonó el proyecto. No sería hasta 1998, con el Lupo, que produciría su primer miniauto.