La principal utilidad del transporte en general, es el traslado de personas y mercancías, pero los fallos o errores no previstos, cuestan muy caros.
Hoy son pocos los que dudan de la seguridad de los transportes aéreos, marítimos o ferroviarios, ya que el desarrollo de las modernas tecnologías dá seguridad a pasajeros y cargas. Pero no están exentos de algún fallo o error, los cuales en los ejemplos que les traigo, solo produjeron mucho susto y grandes gastos. No hubo que lamentar daños humanos, solamente afectaciones al bolsillo de las compañías transportistas.
¡La rampa de emergencias se infló dentro de un avión en pleno vuelo!(En Portada)
Ocurrió en medio de un vuelo cargado de pasajeros entre las ciudades de Chicago y Orange, en Estados Unidos. La aeronave viajaba plácida y con entera normalidad cuando los pasajeros empezaron a escuchar extraños ruidos dentro del fuselaje de la cabina de pasajeros, algo como escape de aire. Todos se asustaron muchísimo, temiendo lo peor.
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Entre los rezos de unos y los tétricos vaticinios de otros, pudieron ver que rápidamente se inflaba la rampa de emergencias, la cual, eventualmente se usa para la evacuación del personal a bordo. Algunos pasajeros de los quedaron comprimidos por el inflable, aunque sin otro riesgo que algún que otro moretón y, por supuesto, el susto.
Rápidamente el avión efectuó un aterrizaje de emergencia en Kansas City y todo quedó ahí. El fallo le costó 20 000 euros a la compañía aérea.
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¡Se activó el mecanismo de seguridad contra incendios!
Esta vez sucedió en tierra y tampoco hubo víctimas. Los aviones tienen diferentes sistemas de seguridad en caso de que ocurra alguna desgracia. Este es, por ejemplo, el caso de la espuma contra incendios: si los sensores del avión detectan humo, se activa inmediatamente el mecanismo, el que libera una especie de espuma que apaga el fuego.
Este es un mecanismo muy costoso, ya que una vez utilizado, hay que volver a rellenar los depósitos dentro del avión, además, cuando se libera la espuma, luego hay que limpiarlo todo. Es entonces cuando por un error o fallo, se multiplican los gastos de la compañía aérea.
¡Un error imperdonable en el transporte ferroviario!
Si de algo están orgullosos los franceses, es del funcionamiento de su red de trenes y metros, el cual funciona a la perfección y, también, alcanza a todos los rincones del país galo. Es, a día de hoy, un servicio muy amplio y consolidado. Pero (siempre hay un “pero”) en 2014, la SNCF, empresa que opera la red ferroviaria francesa, invirtió una millonaria cifra con vistas a renovar su extensa flota.
En números redondos eran: 2 000 nuevos trenes, grandes y hermosos, a un costo de 20 BILLONES de euros. Y echó a andar el proyecto. Cuando llegaron los primeros prototipos, los cuales eran realmente muy grandes y hermosos, todos aplaudieron su belleza y confort, pero… ¡eran tan anchos que su operación no era segura!
Efectivamente, podrían rodar solos, en un sentido, pero si se cruzaban dos trenes rodando en sentidos opuestos, simplemente ¡no cabían! El espacio entre ambas vías férreas no lo permitía.
¿Error o fallo de instrumentos o de cálculos?
Haya sido uno u otro error, lo cierto es que toda la carga del barco porta-contenedores Rena Monrovia cayó al mar. El buque navegaba rumbo a Nueva Zelanda sin problemas. La tripulación conocía la ruta y calculó los parámetros de la singladura para franquear el peligroso arrecife de Astrolave. Con las coordenadas listas y los instrumentos ajustados, el Rena Monrovia puso sus propulsores a toda máquina… Y chocó con las rocas violentamente, al punto que los contenedores cayeron al mar. La naviera perdió 250 millones de euros.
