El hombre ha tenido que encontrar soluciones ingeniosas a lo largo de su vida y superar obstáculos para poder viajar y trasladarse a lugares de difícil acceso. Los túneles son auténticas joyas de ingeniería que atraviesan montañas o nos permiten circular durante varios kilómetros bajo tierra o mar. Japón, China, Suiza, Francia van a la vanguardia, pero Noruega se lleva las palmas.
Es considerada líder mundial en túneles, y mantiene un fuerte ritmo en la construcción de nuevas infraestructuras. La estadística registra más de 900 túneles construidos, de estos, 33 son submarinos, y ostenta hasta la fecha el galardón por el túnel de carretera más largo del mundo: Laerdal con 24.5 km.
Las obras de construcción culminaron en el 2000 y constituyen un punto estratégico para conectar, por carretera, las dos ciudades más pobladas de Noruega, Bergen y Oslo, máxime cuando los pasos de montaña que unen a ambas están cerrados por las fuertes nevadas.
Un dato curioso es que para evitar el estrés, cansancio o sensación de encierro por su largo recorrido se diseñaron cada 6 km tres separaciones. De esta manera los conductores y pasajeros tienen la sensación de circular por caminos más cortos que están muy bien iluminados y donde se combinan las luces blancas, azules, amarillas y doradas para imitar el amanecer; colateralmente pueden detenerse para cambiar de actividad y estirar las piernas.
La seguridad al transitarlo es máxima, no solo por la tecnología empleada, sino porque cuenta con teléfonos de emergencia cada 250 m que activan carteles de alarma cuando se están utilizando, extintores cada 125 m, áreas adaptadas para que los camiones y autobuses giren y cambien de dirección, centros de vigilancia y seguridad; además de sistemas de ventilación y purificación del aire instalados.
Adiós polvo y contaminantes de los más de 365 000 coches que circulan al año.