Streamliner 1948, único e irrepetible

Creado: Sáb, 21/05/2016 - 14:40
Créditos
Jorge Esténger Wong
Streamliner 1948, único e irrepetible

En los años treinta, el nefasto régimen de Adolf Hitler crecía a toda velocidad, impulsado por todos los métodos a su alcance, desde la violencia directa hasta la propaganda más diversa. El automovilismo fue una de las ramas que le sirvieron como vitrina de la "superioridad aria" y, además, hizo no poco aportes a su maquinaria de guerra. Los espectaculares triunfos de los Mercedes W25 y los Auto Union C fueron sus máximos exponentes.

Ellos influyeron profundamente en un ingeniero norteamericano, fanático de la competición y la alta velocidad. Convencido de lo avanzado de los conceptos y tecnología europeos, Norman E. Timbs pasó años en la Europa convulsa de esos años. Regresó, sin embargo, a su natal Norteamérica para aplicar, en un solo auto, las diversas tendencias que había visto, pero "sazonadas" por elementos propios de este lado del Atlántico: motor V8 y alta potencia.

Su mesa de dibujo se convirtió en un revoltijo. Luchaba desesperadamente por lograr un auto de diseño fluido, bajo peso y alta rigidez. Escogió un chasis tubular, de acero y bajo perfil –a a lo Porsche– como plataforma de todo el proyecto. Luego, pasó a conformar la carrocería, y decidió utilizar el aluminio, que era como la fibra de carbón de aquel entonces.

Su diseño resultó exquisito, ultra avanzado, con líneas que favorecen al máximo la aerodinámica. Logró una belleza y la encargó al especialista Emil Diedt, que la construyó artesanalmente, a mano, para ser fijada al chasis tubular. Un detalle interesante, entre tantos, es la ubicación del asiento del conductor, muy próximo, para la época, al eje delantero. Esto se debe a que el motor estaba ubicado detrás, siendo el frente totalmente cerrado.

El motor elegido por Timbs resultó un V8, de 4.0 L, de origen General Motors –muchos aseguran que Buick, de ahí el nombre con que se conoce a este auto único– y del cual no tenemos más datos. Se le atribuía una potencia de unos 200 CV, en un momento en que todas las marcas de GM deberían esperar algunos años por el V8 de bloc pequeño y alta potencia.

Lo cierto es que el Streamliner fue terminado y probado. Se exhibió en pistas y logró aceleraciones brillantes, gracias a su combinación letal: alta potencia, bajo peso y excelente aerodinámica. Sus velocidades rozaron los 200 km/h. En los años cincuenta se pierde su rastro, hasta 2002, cuando fue encontrado en una chatarrería del desierto de Arizona.

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Jorge Esténger Wong