Es necesario aprovechar al máximo la energía cinética del vehículo y transformarla en electricidad mediante el freno regenerativo. Conozcamos más sobre él.
Con el desarrollo de los vehículos eléctricos e híbridos, la importancia de las baterías y el incremento de su autonomía resulta vital. Un freno regenerativo o KERS (en inglés kinetic energy recovery system, “sistema de recuperación de energía cinética”) es un dispositivo que permite reducir la velocidad de un vehículo, transformando parte de su energía cinética en energía eléctrica. Esta energía eléctrica es almacenada para un uso futuro.
La electrificación del automóvil no solo está impulsando la innovación en tecnología de baterías y motores eléctricos, sino que está afectando también a los sistemas de frenos. Y es que el motor eléctrico que impulsa el automóvil también puede utilizarse como generador, al invertir su funcionamiento y emplear varios elementos principales del mismo, como el controlador eléctrico y la batería.
En un coche eléctrico, la frenada se produce generalmente en dos fases. La primera parte es en realidad un freno eléctrico, ya que interviene la electrónica de potencia para variar la fase del motor y convertirlo en un generador. Esto provoca que, mientras el coche frena va recargando la batería de alto voltaje, de modo que la energía no se perderá totalmente en forma de calor por el rozamiento de las pastillas sobre el disco.
Si el conductor pisa el freno con más fuerza, entonces interviene el sistema de frenos hidráulico convencional mediante fricción, con discos y pastillas.
El frenado tradicional, basado en la fricción, se continúa empleando junto con el regenerativo, pues resulta preciso conseguir la parada total del vehículo (el regenerativo no reduce de manera efectiva la velocidad a niveles bajos) y porque la cantidad de energía a disipar está limitada al estado de carga de las baterías.
El uso del freno regenerativo se remonta hasta finales del siglo XIX cuando se empleó en Francia en carruajes de lujo, luego, en el pasado siglo y década de los años 60, se empleó en un prototipo de auto eléctrico.
También se ha extendido su uso en coches ferroviarios (en ese caso se puede incluso devolver energía a la red eléctrica) y hasta en la Fórmula 1 (donde inició su aplicación en 2009 y se ha continuado desarrollando).
El empleo y desarrollo de los frenos regenerativos continuará formando parte de la carrera por el máximo aprovechamiento de la energía en los vehículos y junto al fortalecimiento de las propulsiones eléctricas en los mismos.