Sasha Selipanov ha elegido el Concurso de Elegancia de Pebble Beach, junto a Monterey, para presentar públicamente el próximo 18 de agosto en california, la primera criatura de su nueva marca Nilu; aunque durante un encuentro reservado a unos pocos medios de comunicación y a un selecto grupo de invitados, Selipanov ya develó el Nilu27, el superdeportivo con el que quiere colarse entre los sueños de muchos multimillonarios, que buscan alternativas a firmas clásicas como Ferrari, Lamborghini, Bentley, Aston Martin o Bugatti.
Y el diseñador, nacido en Moscú en 1983, ha trabajado para varios de esos fabricantes míticos a lo largo de sus 20 años de intensa carrera, de los que casi la mitad, entre 2005 y 2014, transcurrieron en el seno del grupo Volkswagen, y participar en el diseño exterior del Lamborghini Huracán.
Nilu nace con un espíritu rebelde, a contracorriente, pues sus fundadores se jactan de desafiar "las tendencias tradicionales de la industria de la automoción, al evitar la electrificación, la digitalización y otras ayudas tecnológicas", y garantizan que el Nilu27, su primer coche, "ofrecerá una experiencia de conducción cruda, sin filtrar y sin censura".
Sasha Selipanov ha concebido un coche que bebe en fuentes de inspiración como los coches de Fórmula 1 y Le Mans de los años 60, los carroceros clásicos italianos o los muscle car americanos de la vieja escuela, pero también filosofía de diseño y arquitectura de la Bauhaus: la forma sigue a la función. Su objetivo, crear un deportivo fresco e innovador que, sin embargo, resultara de algún modo familiar. Y, como en las creaciones de la Bauhaus, sin estructuras superfluas, limitando las formas a lo esencial y a lo funcional.
Al concebir la cabina, que presume de ángulos de visibilidad muy amplios, de ergonomía y de seguridad, el diseñador ruso optó por una línea de techo muy baja y unas dimensiones compactas que, según Selipanov, no sacrifican la comodidad, pues el Nilu27 tiene dos asientos de configuración tradicional, uno junto al otro, y ofrece, siempre según fuentes de la marca, la mejor accesibilidad entre los superdeportivos de su clase, gracias a las puertas de ala de gaviota, que arrancan desde un umbral de apertura muy bajo para facilitar el paso a los asientos, fijos y muy hundidos.
Y en el diseño del puesto de conducción son protagonistas los controles manuales y analógicos, o las funcionales entradas de aire. La única pantalla es el retrovisor central, que pone solución a un inconveniente tradicional en los coches deportivos de motor central: la mala o nula visibilidad hacia atrás a través de ese espejo interior. Además, el compacto volante es perfectamente redondo, y está libre de cualquier tipo de mando o botón, pues Selipanov opina que la conducción de un superdeportivo como este requiere una "concentración total y cero distracciones". Y nada de modos de conducción o de diferentes configuraciones u otras opciones, porque los controles del Nilu son muy básicos, y se ha priorizado que resulten intuitivos.
Por esa búsqueda de lo primario, se ha optado por una transmisión manual de siete velocidades con las ranuras de guiado a la vista, aunque incluye, como elemento de seguridad, un bloqueo para la marcha atrás. Y tanto el volante como el soporte de los tres pedales, los reposacabezas o los espejos retrovisores exteriores tienen también ajustes manuales, aunque los diseñadores y técnicos dicen haber logrado un tacto muy "gratificante" en todos los mandos, botones o palancas.
El chasis del Nilu27 es un monocasco de fibra de carbono, con submarcos tubulares ultraligeros de aleación de aluminio, una solución que, además, mejora el acceso a los componentes de la transmisión y facilita la extracción del calor.
Para asegurarse de que el motor sigue la filosofía del resto del proyecto, Nilu se ha asociado con la compañía neozelandesa Hartley Engines, que firma uno de los motores atmosféricos más potentes y visualmente más llamativos del mundo, un 12 cilindros, con V a 80 grados, que cubica 6,5 litros y superará los 1.000 CV de potencia. Sin sobrealimentación, sin electrificación... Además, se trata de un V12 con cilindros de gran diámetro y carrera muy corta, y eso le permitirá girar a regímenes extremadamente altos, ofreciendo casi la sensación de un motor eléctrico, pero de gasolina. Y con un sistema de escape que, a la vista, es una auténtica joya, impreso en 3D con un avanzado material llamado Inconel.
En cuanto a los elementos del chasis, encargados de procurar un comportamiento ultradinámico, la suspensión se inspira directamente en el automovilismo deportivo, mientras que para las ruedas se recurre a un juego de neumáticos Michelin Pilot Sport Cup 2 R, en medida 265/35 R20 delante y 325/30 R21 detrás, montados sobre llantas AppTech, fabricadas en Italia y de tuerca central. Y la también italiana Brembo se ha ocupado de los frenos, con discos carbonocerámicos CCM-R Plus y pinzas GT I BM acabadas en color blanco.