
A finales de los años ochenta las marcas japonesas empujaban el mercado automotor mundial por todos lados, a fin de consolidar el espacio obtenido. El sector de vehículos todoterreno también fue escenario de esa batalla y, al final, los automovilistas de todo el mundo pudieron disfrutar de excelentes opciones que surgieron en esos años, entre ellas nuestro protagonista de hoy: el Land Rover Discovery.
Introducido a finales de la década de 1980, es el modelo más popular de Land Rover. Basado en el chasis y tren de propulsión del elitista Range Rover, el Discovery fue creado para convertirse en una opción más asequible que este y ofrecer excelentes características fuera de camino, aunque sin llegar al nivel del Defender. La concepción del Descovery fue cuidadosa por parte de Rover, en aquel entonces propietaria de la marca, llegando a contratar un asesor externo a la compañía para el diseño del interior. La base del criterio a seguir, fue una concepción muy en boga en aquellos años, y que consistía en posicionar el vehículo como un estilo de vida accesorio, lo cual influyó en el diseño automovilístico de los años siguientes.
Así, el interior del Discovery incorporó un gran número de características originales, a pesar de que, como en todos los proyectos de diseño, muchas ideas mostradas fueron desechadas. Recuerdo, de las fotos de los prototipos difundidas entonces, un compartimiento para gafas de sol, en el centro del volante, una idea que aún me atrae, aunque ese espacio ha sido ocupado por el Air Bag, un invento posterior. Finalmente, el resultado fue tan acertado que el diseño fue aclamado por la crítica, y ganó un "British Design Award" en 1989.
La mecánica del Discovery estaba liderada por un robusto y fiable motor diesel de 2,5 litros de desplazamiento, inyección directa y turbocompresor. Una máquina irrompible, muy a tono con las preferencias europeas, aunque existía otra versión de 2,0 litros que buscaba beneficiarse de los menores impuestos que, en aquel entonces, imponían las leyes británicas a los motores de hasta 2,0 litros de desplazamiento. Para completar las ofertas motrices existía un V8 de gasolina, el cual tuvo su mayor aceptación en Norteamérica. Como todos los vehículos Land Rover de la época, el Discovery tenía tracción a las cuatro ruedas permanente, con bloqueo de diferencial en la caja de transferencia. El freno de mano, como en la mayoría de los modelos de la marca, actúa sobre la transmisión, algo que también recuerdo de algunos modelos de Chrysler, sobre todo en los años cincuenta. Esta primera generación del Discovery estuvo a la venta desde 1989 hasta 1994.