La Habana creció en gran medida gracias a los puentes. A La ciudad la atraviesa el río Almendares y otros afluentes que debieron ser sorteados. Veámoslos:
A finales del siglo XVIII y principios del XIX se construyó el primero de los puentes que atraviesa el Almendares, aunque en realidad se trata de dos, por ello recibió el nombre de Puentes Grandes, que mejoró el tránsito entre la Calzada de Montes y el Camino de Vuelta Abajo, que después fue la Calzada de Marianao y ahora es la avenida 51. Puentes Grandes fue el mayor viaducto construido hasta ese momento en la Isla.
Ya en los años 1800 se levantaron varios puentes en diversos lugares estratégicos de la ciudad. Así, sobre el rio Quibú, se erigió uno que unió Marianao con la entonces Vuelta Abajo, el cual se conoce hoy como El Puente de la Lisa, limítrofe de estos dos municipios.
Mientras que, para atravesar la Zanja Real se construyeron el Puente Cotilla (en el cruce con la Calzada del Cerro) y el Villarín, para unir Infanta con Arroyo Matadero; ambos desaparecidos ya.
Más alejados del centro, se levantó el Puente Alcoy sobre el río Luyanó y el puente Las Casas sobre el arroyo Arenas, en lo que hoy se conoce como el reparto Arroyo Arenas.
La urbanización del Vedado y el Carmelo introdujo la necesidad de unir la calle 23 con Marianao (municipio que en los inicios del siglo XX comprendía también algunas zonas de lo hoy se llama Playa), para lo cual se construyó el Puente Asbert, que cambió más tarde su nombre a Puente Almendares, inaugurado en 1911 como el primero en utilizar hormigón armado en Cuba, que potenció el surgimiento de repartos «al otro lado», como Almendares y Kholy.
En tanto, el llamado puente levadizo de Pote fue el impulsor del desarrollo de Miramar en la década de 1920. Fue construido por el banquero José Luis Rodríguez “Pote”, uno de los promotores originales de ese nuevo reparto, e inaugurado en 1919, abriéndose así el acceso entre la calle Calzada y la 5ta Avenida. En 1958 fue derrumbado y en su lugar se edificó un túnel para cruzar el río, pero por debajo: el túnel de Calzada, al cual se le habilitó también un pequeño paso para peatones.
Con el armazón de hierro del levadizo de Pote se reconstruyó el Puente de los Tranvías, (construido originalmente a principios del siglo XX para el cruce de tranvías eléctricos) que une Calle 11 con Miramar y que la población cambió su nombre por el descriptivo de puente de Hierro.
Con la ampliación de 5ta. Avenida fue necesario también otro puente sobre el rio Quibú, esta vez, cerca de su desembocadura, lo que llevó al crecimiento de urbanizaciones sobre el litoral costero como Jaimanitas y Santa Fe.
En los años 50, La Habana también crecía hacia el sur. Por ello era imprescindible unir la prolongación de la calle Santa Catalina, desde Rancho Boyeros hasta la Calzada de 10 de Octubre, y su conexión con la Avenida de Vento, resuelto con el llamado Puente de 100 y Rancho Boyeros. En tanto, las sucesivas ampliaciones de viales para comunicar la capital con el país, como son La Vía Blanca, la Carretera Central y la Avenida Monumental, requirieron el uso de puentes para permitir diferentes pasos de nivel, lo que quedaron registrados como los puentes de El Cotorro, del Calvario, y de Santa Fe en Guanabacoa.
