Las motos eléctricas en Cuba son preferidas también por las mujeres de Playa Girón, quienes argumentan beneficios en la comodidad, fácil de manipular y de ahorro por concepto de combustible.
Llama la atención ver en los poblados matanceros de la Ciénaga de Zapata a mujeres manejando motos eléctricas como medio de locomoción, en un territorio extenso, al sur de Cuba, con comunidades rurales apartadas y de escasa población.
Precisamente en Playa Girón, un sitio emblemático por un hecho ocurrido allí en 1961 y por sus características naturales de ser un humedal con una flora y fauna diversa, incluidas especies endémicas en peligro de extinción, encontramos a dos motoristas, apasionadas por este tipo de transporte.
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Ana Ibis Rodríguez Niebla maneja una marca Único hace 5 años y la compró por ser un medio cómodo para llegar a su trabajo en el Hotel Playa Girón, único de la cadena Cubanacan en la comarca. «El ciclo camina alrededor de 30 kilómetros diarios y cargo la batería cada dos días, siempre en lugares ventilados, alejada del sol y luego de dejarla en reposo por varias horas. La guardo en un lateral de la casa, bajo techo y con brisa», relató a Excelencias del Motor.
Ella valora su motorina un transporte de grandes beneficios para la sociedad cubana actual, porque no necesita de los hidrocarburos y se pueden abastecer en las propias viviendas. Además recorren pocos kilometrajes por horas y el conductor puede accionar fácilmente ante cualquier obstáculo.
«En mi familia, todos usamos motos», afirmó y añadió que aunque el casco protector la despeina, le resulta preferible alisar su pelo y llegar en tiempo a los lugares que frecuenta. «Jamás he tenido accidentes y tampoco he sido multada por las autoridades policiales».
Esa afirmación también la realizó Norbelis Rodríguez González, quien también maneja una moto eléctrica, marca Único. Ella se autovalora de muy disciplinada y por ello cumple estrictamente con todas las regulaciones del tránsito.
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«Solo me molesta, que en la vía los hombres me griten piropos y me ofendan por cumplir lo establecido en las leyes. Incluso algunos conductores me dejan poco espacio para transitar y debo pegarme a los límites, como una forma de poder masculino en las vías», expuso la también trabajadora del hotel Playa Girón.
Adquirió la moto por un regalo de su hermano y también la usa su hija de 19 años. Ambas están muy atentas a su cuidado, la cargan una vez por semana y vigilan sus parámetros antes de salir de casa. La protegen en un garaje propio de la vivienda con comodidades para cargar la batería.
En ambos casos, se nota una esencia femenina en tomar precauciones tanto en la vía como en el cuidado del ciclo automotor. Las dos entrevistadas manifestaron aspirar a manejar un auto si las posibilidades se lo permiten pero por el momento están satisfechas con las motorinas.
📷: Nuria Barbosa