Con muchas sorpresas por aparecer en la ruta, el proyecto de un tren para Chechén-Itza toma fuerza y combinaría la recreación con la historia de una civilización emblemática en América.
En el sur del territorio mexicano, la península de Yucatán constituye, aún hoy, una zona con enormes espacios por explorar que durante siglos se han mantenido prácticamente desconocidos, con la excepción del enclave turístico de Cancún, apenas un apéndice al Este del territorio, y la llamada “Riviera Maya”, con sus playas al Mar Caribe. El conjunto atrae anualmente alrededor de 17 millones de turistas.
Es intención del Gobierno mexicano atraer ese alto número de visitantes a las áreas donde aún la cultura Maya permanece conservada en muchas de sus formas originales. Además, al realizarse el trazado de la vía férrea, la casi segura existencia de sitios arqueológicos de gran valor podrían ofrecer una visión del pasado aún oculto entre la espesa vegetación del territorio. La línea ferroviaria incluiría el área de las pirámides y otros monumentos de Chechén-Itzá.
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Como ha ocurrido en otros países, el balance a observar entre desarrollo y tradición acarrea sopesadas e inteligentes soluciones. Si bien se reconoce la validez de lo histórico, también la modernidad brinda beneficios a la sociedad que después de alcanzarse no se abandonan. Aunque ya existe ferrocarril entre diversos tramos en la Península, las nuevas obras atravesarían buena parte de lo que, hasta hoy, permanece casi inexplorado. Y son algo más de 1 500 km de vía.
En esos nuevos territorios hay formas de vida de la sociedad Maya, cuyos habitantes han permanecido con los hábitos y costumbres del mundo de sus ancestros, con pocas variaciones. Igualmente, existen especies de Flora y Fauna autóctonos de la Península que constituyen especies únicas. Todo ello tendrá un peso considerable en las decisiones finales que se adopten sobre el Proyecto.
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Todo hace parecer que en el trazado de la nueva línea, se encontrarán ruinas o ciudades casi completas, templos y asentamientos Mayas; tal vez en cantidades superiores a todo lo descubierto hasta hoy. Ello, también puede acelerar cambios demográficos en toda el área; algo que de hecho, ha comenzado a partir del desarrollo turístico del conjunto Cancún-Riviera Maya.
Es de esperar que formas de Agro-Turismo y Turismo Ecológico incorporen a la población residente en áreas cercanas a la ruta a una interacción con los visitantes que, bien conducida, traería beneficios a unos y otros. Para ello, resulta vital que la decisión final sea consensuada con la serenidad y aplomo necesarios; ello es tarea de los mexicanos, que pueden convertir los 1 525 km de la nueva ruta en una mejor calidad de vida para el sudeste mexicano.
Les deseamos éxitos en el empeño.
