La fría mañana del jueves 24 de enero de 1907, un público entusiasta de la velocidad sobre ruedas se encontraba en la playa de Ormond (costa Este de Florida, USA). Cerca del mar, donde la arena está endurecida, un hombre y su enorme motocicleta iban a probar suerte, dos amigos lo empujaban para arrancar, su carrera sería rumbo a la Historia.
El hombre
Glenn Hammond Curtiss no había cumplido aún 29 años, nació en Hammondsport, Nueva York, Estados Unidos, el 21 de mayo de 1878. Ya era un próspero fabricante de motocicletas (marca Marvel), pero antes…
Los sueños del joven Glenn lo invitaban a volar (bueno, realmente voló en sus propios aviones). Su primer negocio fue mensajero en bicicleta, luego montó un taller, se hizo ciclista profesional y a los 14 años (1892) diseñó y construyó sus bicicletas.
En 1901, con 23 años, se fascinó con las incipientes motocicletas y empezó a construir un motor para sus bicicletas. Así, su primera moto ya llevaba un motor hecho por él, que tenía una lata de sopa de tomate como carburador.
El lugar
La playa de Ormond era, a inicios del siglo XX, un lugar donde se reunían los aficionados del motor. Allí se celebraban carreras a la orilla del mar, en una recta arenosa dura de 4 millas (unos 6 km). Las dos primeras eran para impulsar al vehículo, en la tercera se cronometraba la velocidad, y la cuarta para frenar.
Algunos de los que con el tiempo fueron figuras de la industria automotriz y otros negocios, corrieron Ormond, como Henry Ford, William Vanderbilt y Charles Schmidt. Los propietarios de la zona, ricos en su mayoría, daban apoyo a estas actividades, las cuales disfrutaban y les reportaban beneficios económicos a sus negocios.
Para muchos, Ormond fue la semilla de las pistas de hoy en Daytona Beach
La Moto
Calificada como “una bicicleta reforzada”, aquel extraño vehículo tenía un gigantesco motor V8 a 900 de 4 000 cc. Las culatas con válvula de admisión atmosférica y válvula de escape por varillas, según tecnología de la época, alimentado por dos carburadores diseñados por él y encendido de magneto con batería.
Como no tenía los tubos de escape, el ruido era atronador. Tampoco tenía cloche ni caja de velocidades. El caballo, sin ningún tipo de suspensión, era de 162.5 cm entre ejes y pesaba 124.73 kg.
El récord
Curtiss no era un novato, antes, en 1903, había establecido su primer récord de velocidad en una motocicleta completamente artesanal: 103 km/h; ahora su empeño era mucho mayor.
Cuando arrancó, aquella fría mañana del jueves 24 de enero de 1907, todos los espectadores quedaron pasmados, el tronar del motor y el temblor de los presentes, acalló los comentario La moto salió como una flecha, se perdió en lontananza y solo el eco se escuchaba. A esa velocidad en moto, decían, “no se puede respirar”.
Los jueces, cronómetros en mano, atentos a verlo pasar, lo chequearon en la tercera milla ¡26.4 segundos! En el último tramo, ya frenando, partió la cadena de transmisión. Esta rotura le impidió el pase de vuelta, por lo que el récord no fue homologado. Pero se inscribió en la Historia de las Motos con nada menos que 219.35 km/h.
Glenn Curtiss
Construyó motocicletas hasta 1914, que se dedicó por entero a la aviación. Fabricó 10 000 aviones para la I Guerra Mundial. Concluida la guerra, se retiró millonario, vendió todas sus empresas y fue a vivir a Florida, donde falleció el 23 de julio de 1930.
Ese mismo año, otro motociclista rompió su récord en Francia. La marca de Glenn Curtiss duró 23 años. Joseph S. Wright, con una OEC Temple JAP, de 1 000 cc, implantó un nuevo récord de velocidad en moto: 220.99 km/h.
Pero esa ya es otra historia.