
Hace muy poco reseñamos la primera etapa de este antológico y controversial modelo, el Opel Blitz B dejando pendiente el tramo final de su historia.
La traemos hoy, el modelo nació en plena efervescencia de la era psicodélica –etapa de ruptura y emancipación– muy diferente a los rancios años de nazismo que vieron nacer la primera versión.
El Opel Blitz B salió al mercado en 1965 y fue el último de su especie. Tenía versiones de cuatro cilindros y 1.9 L o seis cilindros y 2.5 L del nuevo motor CIH. Para hacer frente a la fuerte competencia del popular Mercedes-Benz T2, Opel finalmente decidió ofrecer en 1968 un motor diésel: el Indenor XDP 4.90 de 2.1 L.
Se actualizó mucho el estilo, más acorde a los nuevos tiempos. Sus líneas eran prácticas, rectas y se mejoró algo la visibilidad con parabrisas mayores. Mantenía su proverbial dureza y funcionalidad, pero ya comenzaba a ser evidente su obsolescencia constructiva frente a modelos más competitivos que iban apareciendo. El mismo T2, de Mercedes, tenía un diseño mucho más moderno, con una visibilidad muy superior gracias al parabrisas mucho más amplio y ventanillas más grandes. Su concepción de construcción modular le permitió ofrecer una amplia variedad de variantes de carrocerías y modelos. Por último, ofrecía mejor ergonomía y más facilidades para el trabajo a bordo: la carga y descarga.
Todo esto hizo imposible que Opel lograra recuperar la cuota de mercado pérdida y la Generación B del Blitz no pudo remontar la diferencia. Consciente de esto Opel GM decidió no desarrollar un sucesor para el Blitz, de modo que la producción de vehículos comerciales Opel cesó en 1975. No obstante, siguiendo la política empresarial de General Motors –exprimir el mercado hasta el límite– se comercializó una versión, entre 1973 y 1987, licenciada a Bedford Vehicles y basado en el Bedford CF que se llamó Bedford Blitz.