Los Chrysler Letter 300 constituyen una serie de culto en el automovilismo norteamericano. Su presencia duró una década y hoy presentamos un ejemplar de su último año.
Desde su primera aparición, allá por 1955, el “300” ha sido un modelo de arraigo entre los automovilistas. Nacido bajo el aura del diseño de 100 Millions Dollars Look de VirgilExner, lo tenía todo: potencia sobrada, rendimiento y estilo. Ese año, con el C300, se comenzó a denominar con la letra subsecuente los sucesivos que darían pie a esta icónica saga.
Rebosantes de potencia, repletos de elementos de competición, con tamaño completo, y estilo impactante, crearon un encanto que duró una década en esa primera aparición. Justo en 1965, vería la luz el último de ellos que, acosado por los muscle car, dejaba lugar a nuevos mitos.
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Ese año correspondió al Chrysler Letter 300L en la denominación de turno y presentó el modelo que cerraría esta etapa. Fue el undécimo Letter Series y ofreció un rediseño, respecto al año anterior, con líneas nítidas, lados planos y ventanillas altas. Se ofreció en carrocerías dos puertas, coupe de techo duro y convertible.
Ya no estaba Virgil Exner y, en su lugar, Elwood Engel recondujo la filosofía de diseño en la Chrysler. Otro aspecto importante fue el nuevo parabrisas, que dejaba en el pasado el panorámico que se montaba desde 1957.
En aquellos buenos tiempos, la emoción llegaba desde bajo el capot. Uno se sentaba al volante, pisaba el acelerador y sentía el rugido, las vibraciones y hasta el alma de los V8. El Chrysler Letter 300L montaba la única opción –ese año se abandonó el Cross-Ram de 390 CV- del motor de 413 pulgadas cubicas (6.8 litros) con múltiple de admisión regular, un carburador de cuatro cuerpos, árbol de levas especial, doble escape y 360 CV de potencia. Ese sería, también, el último año de ese motor.
La transmisión era de tracción trasera, por supuesto, liderada por una caja automática de tres velocidades Torque Flite y podía pedirse opcional una mecánica de cuatro cambios. Todas las funciones y opciones de este 300L podían pedirse en el 300 “normal”, lo que reducía la diferencia, en verdad, a los detalles de imagen.
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Aquí resaltaban los medallones redondos con el rotulo 300L en el centro de la parrilla, en el centro del fondo, entre las luces traseras. Luego habían detalles menores con la insignia del “300” en los laterales.
Ese año, la prestigiosa Motor Trend probó el 300L y obtuvo 8,8 s en el 0-60 mph y corrió el cuarto de milla en 17,3 s desde la inmovilidad. La producción del 300L fue de 2405 ejemplares de techo duro con precio de fábrica de 4090,00 USD, y apenas 440 convertibles con precio de fábrica de 4545,00 USD.
Ya desde 1962 Chrysler había “saboteado” la Letter Series al introducir el mencionado 300 “normal” o sin letra, que se ha mantenido entrando y saliendo del catálogo Chrysler por años.
Sometido a los “sube y baja” de Chrysler el 300 ha tenido varias etapas en su vida, desgraciadamente muchas veces sin lógica ni conexión alguna.
