
Continuamos el pequeño ciclo que estamos dedicando a camiones con movilidad alternativa con este proyecto de la marca sueca Scania. Se trata de un vehículo hibrido para ofrecer una mejor, de forma sostenible. Veamos.
El fabricante sueco apuesta por traspasar al transporte de mercancías una tecnología que tan buenos resultados está dando en el transporte de pasajeros. Para esta propuesta Scania utiliza un motor diésel –siendo un camión resulta lógico- otro eléctrico.
Este Scania Serie G Hibrido, está concebido para el reparto urbano de mercancías y es capaz de mover hasta 26 toneladas –coincide con el Mercedes eléctrico que vimos recientemente- pero su autonomía no es motivo de preocupación. Esto parte de su concepción hibrida.
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El camión puede funcionar en modo eléctrico hasta los 45 km/h y a partir de ahí entra en funcionamiento el motor térmico, el DC09. Se trata de un cinco cilindros de 9 litros con 320 CV a 1.900 rpm y 1.600 Nm de torque, entre 1.050 y 1.350 rpm.
En la parte eléctrica, Scania nos sorprende con un motor eléctrico síncrono de magnetización permanente –situado entre el motor diésel y la caja de cambios- que entrega 174 CV. El par motor es de 1050 Nm y, como es eléctrico, su entrega es del 100% desde 0 rpm.
Esta singular configuración permite al camión funcionar sólo en modo eléctrico, y utilizar, de forma automática o manual, la caja de cambio Opticruiser E-GRS895 de 12 velocidades, modificada para adaptarse a este vehículo.
Para almacenar la corriente eléctrica, Scania utiliza baterías con tecnología Li-ion. La recarga de las baterías se realiza por medio de un retardador/generador situado en la caja de cambios, el cual se activa al pisar el pedal de freno.
El funcionamiento del camión es muy sencillo. Dentro de la cabina, la única diferencia con respecto a cualquier otro camión de la Serie G son dos botones adicionales situados a la derecha del tablero. Uno es para mantener siempre activado el modo eléctrico, es decir, si nuestra conducción no requiere de potencia y las baterías se encuentran con reserva de carga, el motor eléctrico toma el control. Si necesitamos más potencia por cualquier causa, automáticamente entra en funcionamiento el motor térmico.
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El segundo convierte el camión en un vehículo totalmente eléctrico, pero nos limita la velocidad a 45 km. La distancia aproximada que se puede recorrer en modo eléctrico, con la carga máxima y en un terreno llano ronda los dos kilómetros, aunque, en condiciones normales, con frenadas y descensos que permitan recargar las baterías, esta cifra crece exponencialmente.
Todo este despliegue puede permitir hasta un 20 por ciento de ahorro de combustible.