“Esta es mi pasión y mi manera preferida de navegar. Y lo hago porque es una experiencia irrepetible cada vez”, nos cuenta en exclusiva el aventurero español Álvaro de Marichalar.
Desandando mares y océanos en su moto acuática Numancia, el aventurero español Álvaro de Marichalar conmemora la Primera Circunnavegación del planeta. Aunque la pandemia de coronarivus le ha impedido continuar con su travesía, ya ha completado parte del trayecto de Juan Sebastian Elcano y Fernando de Magallanes hace 500 años. A su arribo a Cuba pudimos entrevistarlo sobre esta experiencia de navegación de Sevilla a La Habana.
Ud tiene una formación como marinero. ¿Por qué el mar?
“Yo hablo más de la mar que el mar. Para mí es hembra. Es como la madre. Es la superficie más importante del planeta. Debería llamarse Planeta Mar o Planeta Océano, más que Planeta Tierra ya que es tres veces más que tierra.
“Y la mar es muy atractiva. Es misterio. Sabemos poco de la mar. Es respeto y un conocimiento obligatorio. La mar es el principio de la vida y nosotros estamos usándola como un basurero. Es una total irresponsabilidad de la humanidad.
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¿Por qué prefiere la moto acuática para sus aventuras?
“Para poder estar en esa catedral que es la mar. Y descubrir un poco nuestra casa que es el mundo. Descubrir cómo es la gente, cómo son los litorales, las costas, las cuevas, las ciudades, las culturas, las religiones… y eso se descubre viajando en bicicleta, andando a pie, en coche, en avión, en tren, en barco…
“Pero una cosa es viajar y otra es transportarse. El mayor viaje en tierra es ir andando. Y eso hago en la mar, voy en una embarcación muy pequeña que me permite ir parando y mirando los peces voladores, los atunes, las aves… Todo lo que ocurre en la mar que es fascinante. Y eso se consigue en una bicicleta acuática, en una piragua que también me encanta, o en una moto acuática.
“Esta es mi pasión y mi manera preferida de navegar. Y lo hago porque es una experiencia irrepetible cada vez. Da mucho miedo, da mucha angustia, se sufre, se pasa muy mal muchas veces, pero también hay momentos increíbles. Cuando estás solo en la mar en una embarcación tan sencilla, te das cuenta de la precariedad del ser que es la que te hace ser mejor persona, la que te enseña a restarte orgullos y prepotencias. Uno tiene que educarse a sí mismo. Lo importante es intentar ser quién es uno en verdad. Y tener lo mínimo imprescindible para que el tener no te quite la libertad del ser personal. Y eso te enseña la mar. Y es una lección que necesita uno todo el tiempo.
“Una de las razones por las que hago estas expediciones es para educarme a mí mismo y para aprender a ser mejor persona en la propia experiencia personal y también en el ejemplo de otras personas.
“Así es con el Comodoro José Miguel Díaz Escrich, del Club Naútico Internacional Hemingway de Cuba. La profesionalidad que demuestra es única. No hay ningún comodoro –se lo puedo decir yo que conozco muchísimos clubes del mundo- que tenga tanto interés, tanta dedicación, tanto cariño a su club y a su patria como el señor Escrich. Solo comparable con el comodoro de mi Yatch Club de Mónaco. Son, quizás, los dos comodoros más esforzados, más comprensivos con la labor náutica. Un club náutico no es solo un sitio para hacer vida social, es sobre todo una ventana a la navegación, que es verdad y humildad.
“Y se lo digo no solo por agradecimiento, sino porque es así. Yo tenía una ilusión enorme por venir a Cuba, sabía que me iba a costar algún que otro problema de que no me patrocinara alguna marca, que me cerraran algunas puertas de otros sitios, que se enfadaran conmigo otras personas, pero por el abrazo de la mar no podía renunciar a Cuba. Son 500 años de historia de España y de Ibeoramérica, y de la puerta a la historia occidental. Baracoa es un lugar sagrado en la historia del mundo.
“Y ahora cuando a mí alguien me eche en cara haberme pasado por Cuba, pues le diré que mejor viaje a Cuba y la conozca de verdad y que intente quererla.
Apenas ha conseguido completar el 14 por ciento del total del trayecto de la vuelta al mundo, ¿qué le preocupa de las etapas que le restan?
“Me preocupa la situación internacional con el coronavirus. Me preocupa mi seguridad, tener algún percance. Me preocupa sufrir algún robo o sabotaje incluso, nunca se sabe. Que algún pirata en altamar me ataque para hacerme daño, o que tenga temor de que pueda ser testigo de alguna acción ilícita. La mar es un sitio de muchos peligrosos y riesgos porque no hay nadie que la controle. Hay armadas de muchos países que pululan en la mar, pero lo que cubren es una zona mínima, la mar es un enorme desierto de agua que desconocemos en su mayoría”.
📷: Cortesía del entrevistado // Leandro Valdés // MAPA