
Una de las embarcaciones más asombrosas de los últimos años responde al ingenio de la firma noruega Hareide Design. En esta ocasión, en un indiscutible derroche de creatividad, concibe un yate con helipuerto y playa privada, por solo mencionar dos de sus lujosos atributos.
El suntuoso buque de 108 m, con 300 m2 de paneles solares encargados de proveer la energía sostenible y la potencia que ocupa para navegar –además de la propulsión diésel-eléctrica si la intención es surcar mares más lejanos y de forma más rápida–, demuestra la posibilidad de fusionar utilidad y esplendor.
De manera muy armónica el diseño de la empresa nórdica ha insertado en la nave una considerable piscina rodeada por jardín, el novedoso helipuerto –arribo y salida de los visitantes que opten por esta opción–, una segunda piscina con forma triangular ubicada en la proa –una licencia arquitectónica sorprendente–, y un enorme salón.
Pero, sin lugar a dudas, la mayor peculiaridad de esta nave se encuentra –precisamente– en la concepción exclusiva de una playa (popa de la embarcación), donde incluso los pasajeros pueden palpar las olas, el agua salada; todo lo estipulado para un ambiente de verano nada alejado de las sensaciones que se experimentan en alguna otra ribera.
El buen gusto, la sutileza y la extravagancia, en esta oportunidad, se han acoplado de una forma muy interesante, pues la propuesta constituye un verdadero destello de innovación dentro de la arquitectura naval de los últimos tiempos.