Cuando nos referimos a la industria automotriz, la imagen de un automóvil es nuestra reacción inmediata. Ómnibus o camiones quedan relegados a un segundo momento, y luego podemos procesar un sinnúmero de vehículos especiales, entre los que se encuentra el tractor agrícola, un vehículo que -en buena medida- es responsable de algo tan vital como nuestra alimentación diaria. Sencillamente, es inconcebible la agricultura moderna sin maquinaria agrícola. Veamos entonces al primer tractor de la historia.
A Henry Ford se le reconoce el mérito de haber establecido la línea de montaje en cadena; de masificar el automóvil en la sociedad y construir la Ford Motor Co. Menos relevante es el hecho de ser el creador del primer tractor desarrollado, producido y vendido con éxito comercial de la historia.
Criado en una granja en Detroit había dicho joven: ”…hay que dejar la carga de sudor y sangre de la granja al acero y los motores...“ Henry fue un caso muy singular de ingeniero, creador y empresario; fue el único de los grandes pioneros del automovilismo que logró mantener las riendas de su compañía y legarla a sus futuras generaciones. Con esa concepción práctica enorme que poseía, tenía claro que debía ser un equipo, al igual que sus autos, tan barato como fuese posible para que pudiese ser adquirido por el granjero promedio de los Estados Unidos de ese entonces.
En 1915 tenía listo un primer prototipo, al cual llamó Modelo B, y lo probó en exhibición demostrando sus posibilidades. Luego de bastantes mejoras el nuevo vehículo estuvo listo y llegó al mercado el 8 de octubre de 1917, con las características elementales que Henry había previsto. Importante fue, ya desde ese momento, la colaboración de su hijo Edsel y el ingeniero Eugene Farkas, a quienes se deben no pocos de sus aciertos. Se decidió utilizar la marca Fordson, pues toma el nombre de Henry Ford & Son, Inc la cual sería Ford Motor Co, a partir de 1920.
El primer Fordson llevaría la nomenclatura de Modelo F y tendría un motor de cuatro cilindros, con 20 CV de potencia, tres cambios de marcha y una gran reducción en el diferencial. Las soluciones estructurales que hicieron al motor, la caja y otros elementos parte del chasis -eliminando a este como estructura independiente- redujeron tanto los costos, que mantener un Fordson T era, para un granjero, más barato que mantener un caballo y más productivo. Como Henry deseaba, el Fordson F llegó al mercado norteamericano por un precio de 750.00 USD, repitiendo la hazaña lograda con el automóvil Modelo T. El Fordson F logró un éxito rotundo.
Créditos
Jorge Esténger Wong