
Cuando uno mira un auto como este, lo menos que se imagina es que se fabricó hace más de sesenta años. Era una época donde a nadie le pasaba por la mente, excepto a Norman E. Timbs, construir un bólido con el motor en la parte trasera. El Buick Streamliner es un coche deportivo, descapotable y de lujo del cual se realizó un solo ejemplar en 1948. Norman, ingeniero mecánico de la marca norteamericana, lo llevó de la mente al papel y de ahí, prácticamente solo, pasó a fabricarlo en un periodo de dos años.
Claro que es todo un clásico, pero nadie pondrá en tela de juicio que cabe perfectamente dentro de nuestra sección. Es un superdeportivo de su tiempo, 1948. Con un motor L8, ocho cilindros en línea, 4.0 litros de desplazamiento, bautizado como Buick Super 8 y que genera 200 CV de potencia, el Streamliner es capaz de alcanzar los 200 km/h, una velocidad solo reservada en esos años para autos de carrera.
Influye sobremanera en su rendimiento el poco peso. Todo gracias a su chasis de acero tubular de cinco pulgadas de diámetro, forrado de una estilizada y aerodinámica carrocería de aluminio. El deportivo de Buick pesaba en conjunto 1 044 kg, para una relación peso/potencia de 5.2 kg por cada caballo de fuerza.
En principio la marca lo exhibió en ferias y exposiciones, incluso fue la portada de importantes revistas, como la Mecánica Popular de diciembre de 1949. En 1952, fue vendido el Buick Streamliner a un californiano de nombre Jim Davis. El señor, se paseaba muy orondo por la Costa Pacífica con su exclusivísimo automóvil descapotable. Luego no se le vio más y dejó de ser noticia.
Pasaron unos cincuenta años para que apareciera el unigénito Buick Streamliner de Norman E. Timbs. Fue exactamente en 2002, nada más y nada menos que en el desierto de Arizona, abandonado y castigado por los años, la intemperie y el fatigante sol. Aparentemente destrozado, pero objetivamente restaurable, el Streamliner pasó a manos de la casa subastadora BJ auction. Ellos lo vendieron, como lo encontraron, a Dave Crouse y este al matrimonio de Gary & Diane Cerveny, quienes se dieron a la tarea de restaurarlo.
La pareja, residente de Malibú, California, demoró ocho años en revivir la leyenda rodante. Fue mostrado en marzo de 2010, en el Amelia Island Concours d’Elegance. Ahora, vuelve a rugir su motor y despierta la admiración de los amantes de la mecánica, la historia y las cuatro ruedas; como para dar fe de que lo bueno nunca muere.