En 1983 ya habíamos visto filmes como Tiburón; Viernes Trece y Halloween. Ese año el director de esta última, John Carpenter, presenta un filme basado en una novela de Stephen King en la cual, un auto era el protagonista de una satánica trama, donde posesión demoniaca, persecución y muerte se imponían sin control. El responsable de toda esa maldad era un apacible modelo de los años cincuenta: el Plymouth Fury de primera generación. ¿Desea conocer la historia? Excelencias les cuenta los detalles.
En verdad, el Fury fue un modelo fabricado por la extinta marca de Chrysler, entre 1956 y 1978, y existieron hasta seis generaciones diferentes. Para la fecha en que el filme llega a las pantallas la última versión de un Fury había dejado la planta de Chrysler hacía varios años. En principio, Chrysler tenía grandes expectativas para este modelo y, de hecho, fue lanzado al mercado como un vehículo de alta gama. Esta resultó una decisión muy cuestionable, pues no se entiende bien qué hace una marca generalista –o de sector bajo- con este tipo de modelo en su cartera de productos. Muchos afirmaron que el objetivo de la compañía era utilizarlo para exponerlo y atraer a los consumidores, debido al imponente diseño de los primeros modelos. Este, ha sido siempre, un elemento a favor de Chrysler, pues sus autos han tenido por lo general una singular y atractiva imagen, no siempre respaldada por su calidad y prestaciones.
Christine, la Primera generación 1956-1959
Como un Fury 1957 llegó a ser poseído por el maligno espíritu de Christine es algo que jamás conocimos pero, ciertamente, el modelo fue catapultado por la compañía como un auto de alto performance y elevada potencia. Presentado inicialmente el 18 de diciembre de 1956, el Fury es relanzado en enero de 1957 con un motor V8 potenciado hasta los 290 CV –muy por encima de los 190 CV del resto de los V8 de la gama Plymouth- y capaz de acelerar de 0 a 100 km en 8,6 segundos y batir el cuarto de milla en 16,5 segundos. El Fury montaba, casi en exclusiva, la nueva transmisión automática de tres cambios TorqueFlite. Todas estas eran cifras nada despreciables para la época y lograron vender las 7438 unidades, fabricadas ese año, a un precio base de 2900,00 USD. Fue un buen año para Plymouth, pues logró mantener el tercer lugar de ventas en los Estados Unidos, detrás de Ford y Chevrolet.
El ”malévolo“ Plymouth Fury poseído por Christine es de color rojo y blanco, tanto en la novela como en el filme. Es probable que con ello buscaran los autores mayor impacto visual y psicológico sobre los espectadores. Sin embargo, originalmente el Fury no podría ofrecer una imagen más ”angelical“ pues todas las unidades producidas, ese año de 1957, fueron coupe de dos puertas, techo duro y venían pintados en blanco con elementos de aluminio anodizado en dorado.
Créditos
Jorge Esténger Wong