
La encarnizada batalla entre Ford y Chevrolet ha tenido muchas facetas, en varios sectores del mercado. Una de las más interesantes ha sido el constante asedio de ambas compañías a los principales modelos de su rival. Así, a principio de los años setenta Ford buscaba un deportivo radical, preferiblemente italiano, para desbancar por completo al Corvette. He aquí lo que ocurrió.
En 1959 Alejandro De Tomaso, un emigrante argentino, había fundado en Italia una empresa dedicada al automovilismo. Siendo un apasionado del automóvil, primero fue piloto y luego fundó De Tomaso Automobili, en principio centrada en el mundo de la competición y más tarde dedicada a la fabricación de modelos deportivos. Para 1970 se encontraba en su apogeo, logrando fabricar varios prototipos de competición, incluso un Formula 1 para el equipo de Frank Williams. Un año antes ya Ford había mostrado interés por sus modelos, al no lograr acuerdo con Ferrari. De Tomaso les mostró a los norteamericanos su más reciente prototipo, un deportivo agresivo, de contenido tamaño y el cual aseguraba poder construir a un costo más que razonable. Ford encontró el proyecto viable e inyectó el capital necesario, compró un paquete importante de acciones, y se dispuso a crear las condiciones para distribuir en el mercado norteamericano el nuevo modelo, a través de su red Lincoln-Mercury.
Para hacer efectivos estos planes, Ford se encargaría de suministrar los motores y el diseño de la carrocería y su fabricación estarían a cargo de los italianos. Así, la línea del Pantera es obra del estilista norteamericano, de origen holandés, Tom Tjaarda, empleado de Ghia Carrozzeria, mientras que de la concepción mecánica se ocupó Gian Paolo Dallara. Se solicitó a Ford emplear el motor ”Cleveland“, un V8 de 351 pulgadas de desplazamiento (casi 6 litros), capaz de entregar la friolera de 310 CV. El peso se ajustó tanto como fue posible, hasta lograr unos escuálidos 1400 kgs, de forma que con esta combinación el Pantera era capaz de acelerar de 0 a 100 en unos 6,0 segundos y llegar hasta 280 km/h. Sin embargo, existieron versiones aún más potentes del Pantera, muy vinculadas al Ford GT 40, que lograron potencias de 500 CV y con el empleo de la caja de cambios transaxle de este, resultaban autos muy competitivos.
El resto de la mecánica del Pantera era bastante avanzada para la época, e incluía suspensiones independientes derivadas de la competición, tanto delante como detrás, diferencial de deslizamiento limitado, poderosos discos de frenos ventilados y unas llantas Campagnolo de magnesio. Entre 1971 y 1974 el éxito del Pantera permitió entregar a la red distribuidora de Ford unas 6000 unidades, cifra bien importante para un auto de estas características. Desafortunadamente, la factoría De Tomaso no logró el nivel de calidad necesario para el mercado norteamericano, al no comprender que un auto así, podría llamar la atención de figuras relevantes, capaces de cimentar o hundir al Pantera. Tal fue el caso de la muy conocida historia de Elvis Presley, disparándole a su flamante Pantera ante la imposibilidad de ponerlo en marcha.
Más tarde la crisis de los precios del petróleo pondría otro impedimento a la aventura italiana de Ford y De Tomaso tendría que seguir en solitario la producción de su modelo, a un ritmo de apenas 50 unidades anuales, hasta 1991.