
Como la mayoría de los Lotus, desde su surgimiento hasta nuestros días, donde vale más el poco peso que la potencia del motor, se presentó en el pasado Salón del Automóvil de Tokio el modelo Exige Scura. Esta pequeña joya británica que desde finales de la década del noventa pertenece al grupo malayo Protón sorprendió a todos sus admiradores por su exótica pintura negra, denominada Phantom Black, la que sumada a su velocidad y líneas aerodinámicas le da un carácter agresivo.
Pero no podemos hablar de Lotus sin mencionar a su creador Colin Chapman, un inglés que a los 17 años utilizaba un Morris marrón para trasladarse desde su casa a la universidad. Colin siempre fue amante de la velocidad y su principal hobby era establecer y romper sus propios récords en los trayectos desde su casa al colegio. Pero el joven Chapman quería más que eso y comenzó un negocio de compra venta de automóviles en 1945. El desarrollo de Lotus fue tan vertiginoso como la velocidad de sus bólidos. Ya en 1957 había diseñado y producido unos diez modelos, casi todos de carrera.
El palmarés de Colin Chapman y sus autos Lotus deja boquiabierto a cualquiera. Ganó un gran número de GP y campeonatos de Fórmula 1, en la Indy Car, las 500 Millas de Indianápolis y en las míticas 24 horas de Le Mans. Cuando Colin nos dejó, infartado en 1982 a la edad de 53 años, nadie calculó en ese momento todos los aportes de ingeniería que desde su pequeña fábrica le había legado al desarrollo del automóvil.
Luego la marca inglesa pasó por diferentes propietarios. General Motors la adquiere en 1986 controlando el ciento por ciento de sus acciones. Luego en 1993 cayó bajo el mando de Bugatti y finalmente en 1996 quedó en manos del grupo malayo Protón.
El modelo que presentamos en este número, el Lotus Exige Scura, es la última creación de la marca y será todo un clásico desde su propio nacimiento ya que de él solo se fabricarán treinta y cinco unidades. Algo que hace súper difícil su adquisición, más que su precio ya que solo costará 70 000 dólares sin impuestos. ¡Casi nada!
El propulsor es un L4, cuatro cilindros en línea (Toyota 2ZZ-GE), con un desplazamiento de 1.8 litros, doble árbol de levas en cabeza (DOHC) y cuatro válvulas por cilindro (16 en total). Entrega una potencia de 257 CV a 8 000 rpm y un par motor máximo de 243 Nm a 7 000 rpm.
Transmite al tren trasero por medio de una caja de cambios manual de seis velocidades. Alcanza los 245 km/h con una aceleración de 0 a 100 km/h en 4.1 segundos. Su peso homologado es de 925 kilogramos, para una relación peso/potencia de 3.6 kilogramo por cada caballo de fuerza.
La firma británica se ha inscrito para la temporada 2010 de Fórmula 1. Ojalá retorne como equipo ganador y no como zaguero. Al menos es lo que se merece una marca que dejó tras su retiro de la competición la importante cifra de 78 Gran Prix conquistados y 7 campeonatos. ¡Feliz regreso!