Luego de los kits, trae Mercedes lo genuinamente degustable, al poner una vez más toda la carne en el asador con la presentación de los nuevos S AMG, que conservan sus mecánicas pero mejoran sus consumos, y exhiben a la vez una metamorfosis en el diseño que realza la deportividad de la gama.
Así pues, las principales innovaciones se ciñen a lo estético, en donde se añaden un buen puñado de LEDs en sus grupos ópticos, parachoques modificados y nuevos detalles al sempiterno lujo de su interior. Mientras, en el equipamiento destacan el ABC (Active Body Control), el TVB (Torque Vectoring Brake), los frenos adaptativos, el asistente de cambio de carril involuntario, el detector de somnolencia, la última generación del sistema PRE-SAFE, y la pantalla split-view que permite al conductor consultar los mapas del GPS mientras el acompañante observa una película en DVD.
El S63 AMG, que estará disponible en Europa desde junio en versiones normal y alargada, seguirá equipando por un propulsor 6.3 V8 de 525 CV y 630 Nm, que acelera hasta los 100 km/h en 4,6 segundos, un trámite que apenas dura 4,4 segundos con el S65 AMG, dotado de un 6.0 V12 biturbo con 612 CV y 1 000 Nm, aun cuando este último sólo dispondrá de la versión larga.
La velocidad en ambos casos está limitada a 250 km/h, siendo las transmisiones posibles una 7G TRONIC en el S63 AMG, y una automática de cinco marchas SPEEDSHIFT para el S65 AMG, si bien la mayor novedad reside en la reducción de sus consumos en un 3%, lo cual no es poca cosa si se tiene en cuenta que los motores permanecen intactos. Vaya si no lo es.