Los amantes de la Coca Cola le deben mucho a Chattanooga. Ese municipio de Tennessee (Estados Unidos) acoge la primera planta embotelladora de la bebida refrescante que se abrió en toda la historia, en 1899. No obstante, el tejido industrial de Chattanooga se ampliará en 2011, con la apertura de la primera fábrica de Volkswagen en ese país, tras el cierre de la última que tenía en 1988.
El fabricante germano, que también trasladó la sede de su filial estadounidense de Detroit a Virginia, proyecta vender 800 000 vehículos anuales en Norteamérica a partir del 2018, muy por encima de los 300 000 que comercializó en 2007 y de la cifra que registró en 2008. En aras de semejante propósito, la nueva factoría producirá 150 000 vehículos para el mercado local.
La planta, que dará empleo a unos 2 000 trabajadores, se levantará en el parque industrial Enterprise South sobre una superficie de 546 hectáreas bajo un fondo de inversión de 787 millones de dólares (620 millones de euros), financiado en parte con incentivos del gobierno de Tennessee.
La decisión de VW de instalarse en Estados Unidos pese a la aguda crisis financiera que golpea a la economía de ese país, y en especial sus fabricantes, ha sido interpretada por muchos expertos como una vacuna que puede contribuir a reanimar un sector automotriz exhausto y su industria auxiliar.
De hecho, la fábrica del grupo automovilístico alemán estará muy cerca de las que dos competidores asiáticos —Honda y Nissan—poseen en Lincoln (Alabama) y Smyrna (Tennessee) y de la que otro fabricante, Kia, levantará en West Point (Georgia).