
Seguimos restaurando el FIAT 125 1974 de Manuel Prieto, para conocer la magia con que los mecánicos cubanos mantienen funcionando vehículos tras décadas.
Hoy veremos la chapistería
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Carrocería: el pollo del arroz con pollo
Cuando valoramos un auto, la carrocería es esencial. Este es –como decimos en Cuba cuando se trata del meollo de un asunto— el pollo del arroz con pollo. Ella define la imagen, autenticidad y el monto principal de los gastos a realizar.
Lo principal es contar con el operario capaz, hábil y cumplidor. Entonces, llevamos el vehículo hasta su lugar de trabajo, por costumbre bastante elemental: nada de los sofisticados talleres repletos de herramientas y accesorios. Casi siempre, con un martillo, un “tá”, pinzas y el inseparable equipo de oxi-corte se hace el milagro.
Defectación, el paso que lo define todo
El primer momento será evaluar donde está el daño y cuán serio es. Esto define que partes será posible recuperar y cuáles habrá que cambiar. Partimos del criterio inicial, cuando Manuel desarmó el auto.
Sin embargo, al remover los guardabarros y el frente se descubren daños en las columnas interiores y deformaciones en el soporte del frontal, producto de un antiguo accidente, sobre el que se hizo un trabajo deficiente. Hecho esto, se quita todo lo insalvable y se comienza a restaurar lo “que se queda”.
Todo será resuelto, incorporando piezas nuevas donde fuere necesario. En Cuba, no es ordenarlas. Nada es tan simple como tomar el VIN del auto y encargarlas a un suministrador. No existe tal cosa y se recurre a varias soluciones. Una es localizar vehículos ya inservibles por accidente u otra causa y que tengan lo que necesitamos, en buen estado. Otra, más común, son operarios que, de forma artesanal, fabrican lo necesario. Casi siempre atienden marcas de vehículos específicas, llegando a convertirse en verdaderos especialistas que fabrican guardabarros, fondos, frentes, puertas y otros elementos. En este caso, ha sido necesario un fondo nuevo y pueden apreciar en las fotos o el video, la calidad de terminación.

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Restaurar es volver a vivir
Paso a paso se trabaja en todos los puntos necesarios, allí donde hay corrosión o desgaste. Es impresionante todo el daño que podemos encontrar. Están comprometidos el piso, el marco del capó, el techo, bóvedas, guardabarros, fondo, frente, columnas interiores de las puertas. En fin, casi todo el auto.
En estos casos la solución es cortar lo dañado, conformar y soldar lo nuevo, sea una columna, un paño de piso o techo. Manuel es meticuloso y, por esa razón, interviene personalmente en cada detalle del trabajo. Cada día se convierte en el ayudante del chapista y juntos dejan cada rincón listo para la pintura, cuando toda la carrocería será dejada en el metal desnudo para aplicar anticorrosivo. Ese será nuestra próxima entrega, volveremos.