Es deber de todo fabricante garantizar el producto que venden, sin embargo, a veces se detectan fallos de la industria automotriz que hay que corregir.
Antes de fabricar en serie cualquier vehículo, se le hacen muchas pruebas para determinar su fiabilidad. Miles de kilómetros son recorridos y, por si fuera poco, hasta pruebas de choque tienen que hacérsele. Por todo ello, al salir un auto a la venta se supone que está en óptimas condiciones de seguridad y funcionamiento para rodar.
Pero a veces, una vez comercializado el vehículo, se descubren fallos que pasaron inadvertidos a las rigurosas pruebas a que fue sometido. Ejemplos hay que, sin menospreciar la calidad de marcas famosas y posesionadas en el mercado, presentaron errores que obligaron a quienes los construyeron, llamarlos para revisarlos y corregir el fallo (recalls).
Los llamados “recalls” ocasionan pérdidas millonarias a las automotrices. Un caso que explotó en 2014, fue el de los automóviles Honda. Bien visto, Honda es culpable indirecto del fallo pero detonó por la famosa marca de Japón. Resulta que, como muchas otras marcas, los airbags que se utilizan son Takata.
Esta es la compañía líder en el mercado para la prevención de accidentes y sus airbags empezaron a presentar fallos en el sistema de inflado. Tal problema provocó la muerte de diez personas. Inmediatamente, Honda llamó a sus clientes (5,4 millones de propietarios) para un recalls de airbags. Pero no solo fue Honda, los recalls se extendieron.
Como Takata abastecía a numerosas compañías automotrices, solo en Estados Unidos se llamaron a revisión 90 millones de automóviles, de marcas tan emblemáticas como BMW, Chrysler, Dodge, Ford, General Motors, Acura, Lexus, Volkswagen, Mazda, Infiniti, Mitsubishi, Nissan, Subaru y Toyota ¡la debacle!
Otro caso sonado fue el de General Motors. A principios de los 80, esta corporación automotora convocó a unos 5,8 millones de sus autos porque tenían problemas con la suspensión trasera. El caso se dio a conocer por la prensa cuando algunos modelos medianos, fabricados a partir de 1978, protagonizaron accidentes por esa causa.
Pero el fallo que produjo el mayor recall de la historia fue de Ford, con 21 millones de unidades llamadas a revisión. En 1980, Ford intento advertir a los conductores con un anuncio en el auto, pero eso no fue suficiente y la compañía tuvo que hacer un recall masivo de modelos de las marcas Ford, Mercury y Lincoln.
Varios modelos de esas marcas subsidiarias de Ford, presentaban un fallo en la transmisión automática, particularmente cuando la palanca estaba en la posición P (parqueo o parada supuestamente). El auto comenzaba a andar lentamente y por ello se produjeron infinidad de accidentes. Según se estima, este fallo causó miles de accidentes y cientos de muertes.
