
La apuesta por hidrógeno no es solo la necesidad de diversificar opciones de movilidad sostenible, sino además, a un creciente compromiso de las industrias con la reducción de emisiones de carbono. En el contexto de la crisis climática, tecnologías como las celdas de combustible de hidrógeno pueden desempeñar un importante papel.
En la actual lucha por reducir emisiones contaminantes a la atmósfera, los vehículos eléctricos de batería (BEV: Battery Electric Vehicles) pudieran no ser la mejor opción, especialmente en medios de transporte destinados a traslados a larga distancia. Sin embargo, para este tipo de itinerario, los de hidrógeno (FCEV: Fuel Cell Electric Vehicles) son una buena alternativa, ya que combinan la facilidad de una recarga rápida, con los beneficios de un coche eléctrico: cero emisiones.
Asimismo, en grandes ciudades como Berlín, Londres, Nueva York o Tokio, donde hay millones de propietarios de automóviles que no tienen garaje ni donde cargar su vehículo eléctrico, debido a la gran escasez de espacios de estacionamiento, el de hidrógeno podría ser una alternativa atractiva, con los mismos parámetros del eléctrico: potente aceleración, conducción silenciosa y no contamina.
Actualmente los sistemas de propulsión alternativos tienen que reducir las emisiones de contaminantes, especialmente las de CO2, perjudiciales para el clima. Pero también, las de gases nocivos para la salud, como los óxidos de nitrógeno. Todos los gases de escape de un vehículo de hidrógeno, son vapor de agua puro. Por lo tanto, la propulsión por pila de combustible no genera emisiones y mantiene limpio el aire.

BMW ha estado trabajando últimamente en el desarrollo de vehículos con celdas de combustible de hidrógeno. La marca alemana planea lanzar una pequeña serie de SUV eléctricos, impulsados por la pila de combustible de hidrógeno y espera que, con el tiempo, esta tecnología sea utilizada a una escala aún mayor.
No obstante, a día de hoy, las estaciones de hidrógeno son aún escasas y, por otra parte, los vehículos equipados con esta tecnología son costosos. Pero, a pesar de esto, BMW cree que el hidrógeno, como un combustible limpio, tiene su importante papel en el futuro de la movilidad.
De cara al futuro, la competitividad del hidrógeno está en dependencia de la expansión de la infraestructura y de la reducción de costes, dos desafíos que tal parece que están bien encaminados, pues cuentan con el apoyo de los gobiernos y de la industria automotriz.
Si bien los vehículos eléctricos de batería tienen actualmente una ventaja en términos de adopción, la BMW y otras compañías automotrices están sentando las bases para que el hidrógeno se convierta en un componente esencial de la movilidad sostenible a nivel global.
