La historia del automóvil cuenta con algunos pasajes que injustamente casi han caído en el olvido. Como siempre grandes eventos, hazañas y personalidades opacan no pocos acontecimientos en extremo interesantes y dignos de mejor memoria.
Es el caso de una categoría de autos conocida como ciclo autos (Cyclecars), los cuales no eran otra cosa que los autos deportivos de bajo presupuesto y discreto rendimiento de una época tan lejana como los años veinte. Incluso llegó a existir una normativa que definía con toda claridad el concepto de ciclo auto: Vehículo automóvil de tres ó cuatro ruedas; máximo de dos plazas (incluyendo conductor); peso máximo de 350 kg; y una cilindrada nunca superior a los 1,1 litros.
Amilcar resultó una de las marcas emblemáticas de este tipo de auto, y este modelo de 1923 marca el punto de ruptura de la marca con ese concepto, al sobrepasar todos sus modelos los 350 kg de peso y por tanto lidiar con los ”monstruos sagrados“ de entonces: los grandes autos ingleses y alemanes.
Uno de sus más conocidas creaciones, el CGSS, tiene líneas suaves que le otorgan un concepto estilístico significativo ligero y subraya la espiritualidad de la marca a fines competitivos. Los CGSS simbolizaron un prudente contra ataque competitivo con los Bugatti 35, casi un tal para cual en las líneas de salida de las carreras de los dorados años 20.