Poco conocida -pero bien interesante- es la historia del andar de Ford por tierras francesas, la cual se remonta bien al inicio del automovilismo. El primer modelo de esta marca en ser ensamblado en Francia fue el T, en una factoría de Bordeaux. Pero los cuarteles generales de la compañía deseaban algo más ”sólido“ para el mercado Francés y se dieron a la tarea de crear un nuevo vehículo. Lo hicieron al montar un motor Ford y demás agregados en un diseño de carrocería francés y el cual se llamó Matford.
Después de la Guerra se lanza el Vedette, un modelo lleno de defecto que desilusionó a no pocos compradores. Entonces Jean Daninos, diseñador para Simca de su aclamado Simca 8, ofrece a Ford hacer algo similar con su Vedette. Así en septiembre de 1951 se devela el Ford Comète, producido por Facel Mètallon en sus factorías de Amboise, Colombes y Dreux.
Su elegancia y la fineza de mucho de sus detalles fueron inmediatamente aplaudidos, pero el anémico motor V8 de válvulas laterales era deplorable. El comportamiento de un auto pesado con este problema era fatal y una vez más Ford no colmó las expectativas de sus seguidores franceses. Para 1953, en un esfuerzo final, Ford decide remediar a por todas la situación y destina al Comète el V8 de 3,9 litros Ford Mistral Cargo. Pero era muy tarde, Deardborn había perdido la confianza de su subsidiaria francesa, lo cual resultó una excelente noticia para Pigozzi, el dueño de Simca, quien compró sin pensarlo Ford S.A.F. y continuó la producción del Monte-Carlo otro año bajo la marca Simca, pero su esfuerzo sucumbió ante la decisión de Facel de tomar el sector de lujo por asalto, con el lanzamiento del Vega visto recientemente en esta sección.
Al final la historia de este sector del mercado francés es una curiosa sucesión de absorciones, con un pez mayor engullendo cada vez al chico. Así Simca toma a Ford, Facel destrona a Simca y luego Citroën a Facel.