Allá por el año 1943, cuando la Segunda Guerra Mundial ocupaba las principales acciones de los soldados estadounidenses, con los desaciertos que deja un enfrentamiento bélico de esa magnitud, surge el primer barco heladero de la historia.
Bautizado como Ice Cream Barge, la embarcación tenía las mismas funcionalidades de una fábrica de helados. Con las herramientas que les permitieron las circunstancias, la Marina de los Estados Unidos construyó este buque que produjo y distribuyó miles de toneladas (alrededor de 61 000) de este delicioso alimento entre las bases militares y barcos de la armada norteamericana desplegados en el Pacífico Sur.
El barco heladero recorría las distancias entre un puerto y otro para llevar a los combatientes el resultado de una fórmula muy bien mezclada de leche, azúcar, saborizantes y otros ingredientes que el equipamiento especializado instalado en la embarcación se encargaba de producir.
El singular invento –que emergió como solución ante los inconvenientes del caluroso clima de esa zona, y a su vez como alternativa para la recuperación de los soldados ante la fatiga– remediaba ambos problemas, pues la embarcación era capaz de producir 300 L de helado cada hora.
La primera heladería flotante del mundo, como también se conoce este ingenio, no solo formó parte de la dieta de las tropas que combatían en ese espacio geográfico, sino que además constituyó ese incentivo o apoyo moral –que en contextos tan complicados como un desate bélico de esta dimensión– siempre es necesario.
La novedad de ese tipo de buque, si bien pertenece a esas fechas de la Segunda Guerra Mundial, aún a más de medio siglo del suceso continúa siendo uno de esos increíbles acontecimientos de la historia de la humanidad que quedan registrados, también, como una de las peculiaridades que siempre tiene para mostrar el universo marítimo.