El 9 de marzo del 2019 ocurrió el lamentable accidente del B-737 MAX-8 de Ethiopian Airlines, causa principal para poner en tierra todas las aeronaves del tipo.
Lo que pareció un proceso de algunos meses ya cumple un año, con las consiguientes afectaciones.
Días después del accidente que involucró al B-737 MAX-8 de Ethiopian, los reguladores aeronáuticos del mundo y entre ellos la FAA (Federal Aviation Administration) de Estados Unidos dispusieron la puesta en tierra de todos los aviones de ese tipo hasta que Boeing hiciera las modificaciones pertinentes en el sistema MCAS, principal contribuyente de la tragedia.
Aunque Boeing se dio de inmediato a la tarea de resolver los problemas encontrados para llevar nuevamente al aire a su avión, un rosario de problemas y consideraciones han alargado el momento de realizar las certificaciones requeridas para el regreso seguro de los MAX al servicio.
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Ya ha transcurrido un año de la puesta en tierra y de la crisis que esa situación ha afectado a Boeing.
En el momento de la puesta en tierra se encontraban en manos de las aerolíneas 387 aeronaves, mientras que en la planta de ensamblaje de Boeing se continuaban terminando nuevas aeronaves, se estima que más de 400 se encuentran almacenadas en sus instalaciones lo que motivó la suspensión de la producción.
Hasta el momento de la suspensión, la producción mensual de B-737 MAX había alcanzado la cifra de 52 aeronaves y con planes de incrementarla a 57, esto permitiría a Boeing cumplimentar una cartera de más de 4 500 aeronaves contratadas y pendientes de entrega.
Si bien, entre los clientes con órdenes firmes han existido pocas cancelaciones, es motivo que no quieren perder su lugar en la cola, ya que no hay muchas alternativas para adquirir aeronaves similares y el rival, Airbus, tiene que cumplir con 6 180 pedidos previos.
La parada de la producción del MAX-8 ha afectado a CFM International que esperaba producir 1 800 motores Leap-1B usado por el MAX, y el constructor de estructuras (fuselajes) Spirit AeroSystems disminuyó su producción a 216 fuselajes al año en lugar de los 605 que entregó en el 2018. Evidentemente la puesta en tierra del MAX ha afectado otros eslabones de la cadena.
Se habla de la certificación y vuelta a los cielos del MAX 8 en el verano próximo y de un inminente reinicio de su producción. Pero los retos son aún mayores. Boeing aún enfrenta un esfuerzo de reorganización desalentador y costoso, que requiere la modificación de las aeronaves ya entregadas, así como las no entregadas, y la renegociación de los arreglos de entrega de aeronaves aún por construir. La tarea más desafiante de Boeing, podría decirse, es reconstruir su propia reputación, así como la del 737, su familia de aviones más exitosa, tan contaminada por la debacle del Max.
📷: flightglobal.com