La profunda depresión de la economía norteamericana definió en muchos aspectos los años treinta. La industria del automóvil no escapó a ese proceso. Muchas excelentes marcas fueron barridas en esa época y otras quedarían heridas de muerte. Como tantas veces a través de su historia Chrysler sobrevivió esos años y de una forma u otra se las ha arreglado para incluso llegar hasta nuestros días. Nuestro protagonista de hoy es uno de los autos que hizo posible que ello sucediera.
Es un auto elegante, de diseño convencional para la época. Chrysler tuvo antes una experiencia intimidante con el famoso Airflow, el cual a pesar de su innovador y avanzado diseño no logró superar la barrera del mercado. Chrysler centró sus esfuerzos entonces en modelos más convencionales, y por ello más fáciles de vender.
Del Chrysler Custom Imperial 1937 se produjeron 721 unidades. Su mecánica era casi básica para los tiempos. Disponía de un motor de ocho cilindros en línea de 323,5 pulgadas cúbicas de desplazamiento (5,03 litros), con una transmisión manual de tres marchas hacia delante con una sobre-marcha semi-automática. Ello bastaba para hacer al vehículo alcanzar cómodamente la velocidad crucero de 65 mph (104 km/h), nada despreciable para la época.